Siempre soñamos con realizar alguna acción que permanezca en la memoria. No es un mal deseo, aunque no debe ser nuestra única motivación. Dios espera de nosotros algo mucho más permanente. La raíz aramea de la palabra sanidad es la misma que la de la palabra soñar. Cuando cumplimos nuestros sueños encontramos la sanidad para nuestra vida y para la vida de los que nos rodean. No estamos hablando de soñar despiertos, como a veces decimos. Sé que comprendes lo que quiero explicar. Lo que realmente trae sanidad a nuestra vida es imaginar, crear y soñar con lo que merece la pena. Tener objetivos que nos obliguen a mirar al cielo para que nuestra vida siempre tenga sentido. Una persona que sueña, que mira al futuro, que siempre quiere crear algo nuevo, suele vivir más años que los demás; y, de todas maneras, su vida siempre es de mayor calidad. El que se desespera y piensa que lo que hace no tiene sentido solo está añadiendo amargura a su existencia.
De acuerdo, ya sé que no es todo tan simple. Solo estoy intentando explicarte lo que significa tener esperanza. Si de todas formas quieres seguir viviendo en la frustración continua de lo que no puedes solucionar, y abandonas, no te va a servir de mucho lo que estoy escribiendo.
Puede que muchos estéis pasando situaciones difíciles. Es ahora, cuando crees que no hay salida, cuando debes volver a Dios para que te enseñe quién eres y te dé fuerzas para seguir adelante. Cuando creemos que no hay salida es cuando Dios llena de esperanza nuestra vida. «Recibieron fuerzas cuando más débiles estaban» (Hebreos 11:34). ¡Nos ha pasado a todos! Dios nos fortalece cuando creemos que no podemos hacer nada. La Biblia dice que incluso algunos de ellos jamás vieron lo que habían soñado, pero Dios los considera héroes porque no desistieron. Y el premio que tienen en su presencia ¡merece la pena!
Confiar en Dios también es poner nuestros sueños en sus manos. Dejar que él sane nuestra vida cuando le hablamos y le escuchamos. Descansar en él es no tomar ninguna decisión sin decírselo, porque él nos creó y sabe exactamente lo que necesitamos. Dios no va a permitir que nuestros sueños desaparezcan, ¡aunque nosotros muramos sin conseguirlos, aparentemente! Él sabe lo que hay en nuestro corazón y esa es la razón por la que sigue alimentando esos sueños. Si no es antes, un día, cuando estemos con él, los veremos cumplidos, ¡multiplicados por mil! Mientras tanto, seguimos abriendo el corazón a nuestro Papá que está en los cielos porque a él le encanta pasar tiempo con nosotros y nos sana. Recuerda que la oración no se habla, se practica.