En desesperación, David clamó: “Señor, oye mi voz; Estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica” (Salmo 130:2). Esto me suena al ruego de un hombre moribundo. Es obvio que David no estaba haciendo “oraciones solo con el pensamiento”. El estaba con el rostro en tierra, quebrantado, contrito, rogando a Dios desde lo más profundo de su corazón.
David sabía que su alma necesitaba ser libertada y se volvió sólo a Dios para encontrar esa liberación. Él concluyó: “Estoy en una condición tan desesperada que sólo el Señor puede ayudarme ahora. No puedo depender de consejeros, amigos, o familia. Mi única esperanza está en la oración. ¡Así que voy a clamar día y noche hasta que Dios escuche mi súplica!
Muchos matrimonios cristianos necesitan el tipo de liberación que David buscaba. En todo lugar veo parejas hundiéndose en el pozo oscuro de la desesperación. Cónyuges que dicen amarse el uno al otro, pero que ni siquiera se comunican de buena manera. Demuestran más bondad a un extraño que a su cónyuge. Con el tiempo, su hogar se ha convertido en un lugar frio de absoluta mediocridad. No se dan cuenta, pero van en caída libre hacia la destrucción, su relación está girando rápidamente fuera de control. Quizás tu matrimonio ha caído, ambos han tocado fondo, y te despiertas cada día preguntándote si queda alguna esperanza.
Amado, necesitas despertar a tu condición. Has caído en un hoyo oscuro, lleno de actitudes impías, y esta condición no desaparecerá por sí sola. Si no actúas, empeorará hasta que finalmente uno de ustedes terminará con el matrimonio.
¡Despierta ahora a la voz del Espíritu Santo! Hay pecado en tu matrimonio y está siendo cometido por ambos, tú y tu cónyuge. Tienen que confrontarlo, o permanecerán en el fondo del pozo oscuro para siempre.
Así que, ¿a quién estás llevando tus penas? ¿Te estás desahogando con tu mejor amigo? Si es así, ¿estás simplemente creando un caso en contra de tu cónyuge? Si estás viendo a un consejero, ¿estás simplemente buscando una justificación para terminarlo todo?
Por favor no malinterpretes mis preguntas, yo creo en la consejería matrimonial, pero si de verdad quieres llegar al fondo del problema, sólo existe un lugar donde ir. ¡No tienes que mirar más lejos que en tu propio corazón! El pecado esta allí mismo dentro de ti y, al igual que David, necesitas clamar al Señor por misericordia.
DAVID WILKERSON