REFLEXIÓN VIERNES 4 DE ABRIL DE 2014.
“Vengan, postrémonos, inclinémonos; arrodillémonos ante el SEÑOR, nuestro Creador. Él es nuestro Dios, y nosotros somos el pueblo de su prado, el rebaño que él cuida.” Salmo 95:6-7.
Has llegado un día a preguntarte acerca del tiempo que inviertes en diferentes actividades laborales, deportivas, recreativas, aún de reposo? También sería importante preguntarse cuanto tiempo dedicas a diario para tener un encuentro a solas con Dios.
De seguro descubrimos que es mucho mayor el tiempo que dedicamos a todo tipo de actividades y es demasiado poco el tiempo que tenemos para presentarnos ante el Dios Altísimo para contarle nuestros planes, nuestras tristezas, nuestros temores, nuestros fracasos y aún nuestras alegrías.
Somos de gran importancia para aquél que nos amó. Dice la Escritura que Él nos cuida como a la niña de sus ojos. Pero, ¿Que le damos nosotros a cambio? ¿Olvido? ¿Ingratitud? Sus brazos siempre están extendidos para abrazar con su amor y su bondad a todo aquel que con corazón sincero y agradecido se acerca a Él, reconociendo su poder, su amor y su misericordia.
La puerta siempre está abierta para todo aquel que disponga su corazón, desechando todo aquello que bien sabe que no le agrada a Dios: “Vengan, postrémonos, inclinémonos; arrodillémonos ante el SEÑOR, nuestro Creador. Él es nuestro Dios, y nosotros somos el pueblo de su prado, el rebaño que él cuida.” Salmo 95:6-7.
ORACIÓN
“Soberano Dios y Padre Celestial: Cuando me acerco a ti con un corazón arrepentido, sincero y agradecido, levantas mi rostro limpio de mancha, me das nuevas fuerzas, desechas mi temor y haces que mi vida sea tan clara como la luz del mediodía. Vivo confiado, porque en ti tengo mi esperanza. Aun cuando tenga problemas, duermo tranquilo y nadie perturba mi sueño, porque el manto de tu gloria y tu providencia me cubren, en el poderoso nombre de mi Señor Jesucristo.” Amén y Amén.
-FELIZ FIN DE SEMANA-