Comienzo la jornada en Tu Presencia, amado Señor. Acabo de ser testigo de que el sol ha vuelto a salir, y del regalo de tu amanecer multicolor. El cielo y la tierra, las aves y las plantas, el agua que corre fueron testigos esta mañana de Tu amor.
Te amo, Señor, y te agradezco porque me amaste primero. Me elegiste, me apartaste, porque Tu mano me toma y no me soltará jamás, no importa lo que haga o diga. Tu estás a mi lado. Nada que pueda hacer ni mi pensamiento ni mis dudas ni mi falta de fe pueden hacer que Tu mano me suelte. Fui asido por Jesucristo y el Espíritu Santo da testimonio al mundo espiritual de mi identidad.
Ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí y me da un nuevo nombre y un sentido para mi vida.
Oro Señor, por los que no han tenido la oportunidad de conocerte. Oro por los que aunque hayan pasado muchos años, siguen sin saber quienes son ni cuál es la razón por la que están en este mundo. Oro porque haya testigos de Tu amor que puedan acercarles palabras de esperanza, Tu palabra de Vida.
Juan 6: 63 y 64 El Espíritu da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que les he hablado son espíritu y son vida. Sin embargo, hay algunos de ustedes que no creen.
HÉCTOR SPACCAROTELLA
tiempodevocional@hotmail.com
International Bible Society. (1979). Nueva Versión Internacional (Jn 6.63–64). East Brunswick, NJ: Sociedad Bı́blica Internacional.