Un abrazo eternamente esperado que nunca llegó, Alguien que se marchó sin dar una explicación, Necesidades básicas y elementales que un padre nunca cubrió, Un compañero de vida que traicionó tu entrega y una confianza depositada durante años, La adjudicación de un lugar secundario en tu vida familiar, O quizá sentirte fuera de un equipo de trabajo.
Éstas y otras tantas experiencias podrían llevar a alguna persona a sentirse abandonada. Abandonada física, emocional, social o espiritualmente.
La presencia del otro puede fortalecernos y potenciar nuestra confianza tanto en nosotros mismos como en los demás. Con la misma intensidad, las experiencias de abandono pueden dejarnos vacíos, insatisfechos, miedosos y vulnerables. La falta de sanidad en relación a este tipo de experiencias se manifiesta en algunas personas con variadas reacciones:
- Miedo a la conexión
- Dependencia debido al miedo a nuevos abandonos
- Dificultad para autolimitarse o poner límites al otro
- Aislamiento (en el caso de aquellos que ya no quieren correr riesgos emocionales)
- Dificultades en la maduración, asumiendo roles infantiles o adolescentes
- Insatisfacción (en algunos casos expresada en reclamos constantes a las personas cercanas a quienes se les exige que brinden todo aquello que los “abandonadores” no proporcionaron).
Ahora bien, ¿qué han hecho otros “abandonados” para vivir en la salud y equilibrio emocional?
- Eligen con determinación el camino del perdón. No se sueltan de él, aún cuando quieran volver la amargura y el resentimiento
- Entregan sus vivencias de ausencia a Dios, y permiten que Su Presencia les envuelva amorosamente. El Amor de Dios sana almas y espíritus quebrantados
- Se enfocan en todo lo que reciben. Aunque quiera reaparecer el dolor por ausencias significativas, celebran todo aquello que hoy sí está a su disposición
- Viven en la dimensión de la entrega. Dan. Se dan a sí mismos. Han hecho carne que más felices son los que dan que los que viven esperando recibir
- Deciden crecer y correr riesgos. Crecer implica correr riesgos. Avanzan aún a veces espantados por el miedo
- Ya saben que no se puede esperar una vida perfecta y aceptan que el próximo abandono puede estar a la vuelta de la esquina. No les sorprende la traición, pero han decidido no enfocarse en esas malas experiencias.
Amigo, los abandonos duelen… y mucho. Pero tú vales mucho más que tu propio dolor. La vida sigue siendo bella. Dios recicla. ¿Quieres dejar que Él recicle tu dolor por el abandono y lo convierta en fortaleza? Si has respondido que SÍ, hoy puede ser un gran día. ¡Fuerrrrrza amigo querido, aún queda mucho camino por recorrer!
GUSSTAVO BEDROSSIAN
|