¿Eres de aquellos que le tienen “miedo al miedo”?
No, espera… no me mal interpretes. En este caso no hago referencia a las crisis de ansiedad o ataques de pánico donde la persona sólo imaginando una situación, ya se siente amenazada. Cuando ese individuo se percibe enfrentando determinado evento, teme algún malestar psicológico y físico sufrido con anterioridad. Desarrolla ansiedad anticipatoria.
Hoy quiero hablarte de otra clase de “miedo al miedo”. Paso a explicar. ¿Has notado que, ante cambios significativos o frente a nuevos desafíos, es natural sentir miedo? Es lógico. La nueva situación viene del brazo con la incertidumbre. “¿De qué se tratará esto? ¿Me adaptaré bien? ¿Los otros aprobarán mi cambio? ¿Y si fracaso? Peor aún, ¿si terminara haciendo el ridículo?”. Éstos son sólo algunos de los interrogantes que transitan vertiginosamente por nuestra mente. Muchas veces, la reacción del ser humano es la de acomodarse a lo conocido para evitar lo incierto. Siempre el mismo sabor de helado, siempre la misma salida, siempre la misma rutina laboral, siempre rodeado de las mismas personas, siempre las mismas vacaciones, siempre el mismo saludo, siempre las mismas páginas a visitar en Internet… siempre lo mismo.
Hace poco tiempo, una paciente fue muy gráfica para explicar determinada situación que atravesaba. Hizo referencia a la publicidad antigua de un producto denominado “Mostanesa” (una mezcla de mostaza y mayonesa). Sugiero buscarla en Youtube. Se encuentra un matrimonio ante el televisor. Los dos tienen pinta de ser muy aburridos. Se escucha un clima festivo en el piso superior. Teorizan en un tono monocorde sobre el por qué de la celebración, llegando a la conclusión que la alegría deriva de estar consumiendo la Mostanesa. Ante semejante conclusión, la mujer pregunta: - ¿No sería bueno probar la Mostanesa? A lo cual, el hombre con el acento más aburrido que alguna vez haya escuchado, responde: - ¿Para qué? Si así, estamos bárbaro. ¡Genial! ¡Irónicamente brillante! ¿No será que a veces podemos parecernos al protagonista de la publicidad? Nuestra vida es monótona. Todo nos invita a un cambio. Incluso sentimos que Dios nos está impulsando. Pero debido al “miedo al miedo”, nos decimos: “¿Para qué? Si así, estoy bárbaro”.
Una pregunta para hacerte: ¿Cuánto hace que no estás experimentando ese cosquilleo que genera el atrevimiento de un paso nuevo en la vida? Si al repasar por los pasillos de tu memoria, no encuentras una respuesta medianamente cercana, estás en problemas. Significa que estás demasiado amigado con las mesetas. No hay posibilidad de crecimiento sin transitar por la incómoda presencia de los miedos. Sí amigo, este tipo de miedos vale la pena experimentarlo.
No quiero que me confundas y se interprete mi mensaje como una invitación a conductas irresponsables donde finalizamos haciendo todo tipo de cambios. En este último caso, se deben más a la inmadurez y a la voracidad, que a los cambios saludables que conducen al crecimiento.
Amigo, no te dejes condicionar por el miedo al miedo. Es interesante cada tanto estar casi aterrado por la incertidumbre. Significa que estás animándote a crecer y a ocupar esos nuevos escenarios que Dios pone a tu disposición. Amígate con este tipo de miedo: ladra, pero no muerde.
GUSTAVO BEDROSSIAN
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