Paciencia. Una virtud valiosa y escasa en el siglo 21. Parte del fruto del Espíritu Santo. La primera cualidad del amor según la definición que Dios nos da en 1 Corintios 13.
El amor es paciente.
Pero, ¿qué cosa es ser paciente y por qué es parte del concepto bíblico de amor?
Vamos a empezar con algunas de las acepciones que nos da la Real Academia porque tener las definiciones claras siempre nos ayuda a entender todo mejor.
paciencia.
(Del lat. patientĭa).
1. f. Capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse.
3. f. Facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho.
Creo que no necesita mucha explicación, ¿verdad?
Veamos ahora qué palabra usa la Biblia originalmente cuando dice que “el amor es paciente”. En el griego es “makrothumeo”. Y esto es lo que quiere decir:
ser de un espíritu de mucho tiempo, no perder el ánimo
perseverar con paciencia y valentía en las desgracias y problemas duraderos
tener paciencia en soportar las ofensas y heridas de otras personas
ser leve y lento en vengar
ser paciente, lento para la ira, lento para castigar
¡Esto sí que abre nuestros ojos a qué es ser paciente! ¿Está de acuerdo conmigo?
Así que podríamos decir esto: el amor espera mucho tiempo, no pierde al ánimo. El amor persevera con paciencia y valentía en las desgracias y problemas duraderos. El amor tiene paciencia en soportar las ofensas y heridas de otras personas, es lento para vengarse, lento para la ira, lento para castigar.
¿Qué tal esa definición? ¿Cómo se compara con la manera en que amamos tú y yo? ¿Amamos así a nuestro esposo? ¿En verdad nuestro amor se dispone a esperar cuando la persona que tenemos a nuestro lado no “cambia” tan rápido como quisiéramos? ¿Nuestro amor está dispuesto a esperar cuando vienen los problemas… ¡y no se van!? Cuando disminuye la economía familiar, ¿amamos con valentía, listas para luchar junto a nuestro esposo o nuestro amor no quiere esperar y enseguida se desanima?
¿Y qué de las ofensas? Estoy segura que a estas alturas ya estás cerca de hacer clic y cerrar este artículo. ¡Hasta a mí se me hace difícil escribirlo! Pero no por gusto Dios escogió esta palabra cuando fue a hablar del amor. Y fíjate que no estamos hablando de un amor víctima del abuso. Estamos hablando de un amor que es lento para la ira, lento para castigar. Como seres humanos no estamos exentos de ofender. No es bueno que lo hagamos. A Dios no le gusta, pero con esta palabra nos recuerda que si en algún momento nos ofenden aprendamos la paciencia para reaccionar. ¿Acaso no es así como Dios trata con nosotros? ¿Cuántas veces he ofendido yo a Dios, cuántas tú? Pero Dios es paciente, lento para la ira…
Amiga lectora, ¿castigas tú a tu esposo? Sabes de lo que te estoy hablando. Palabras cortantes, miradas frías, la espalda en la noche en lugar del abrazo cálido. Y todo tal vez por algo tan sencillo como que olvidó llamarte y avisar que llegaría más tarde que de costumbre porque tuvo un imprevisto o el tráfico se demoró. O quizá porque no interpretó en tu silencio que estabas cansada y necesitabas ayuda con los platos. Y así pudiera darte muchos más ejemplos, algunos sacados de mi arca personal. Sí, yo he vivido esta experiencia, y no es linda. Gracias a Dios que ha puesto un espíritu paciente en mi esposo. El verdadero amor dice: “porque Dios ha sido paciente conmigo, yo lo seré contigo”.
¿Queremos amar a la manera de Dios? Nuestro amor tiene que ser paciente. Y fíjate que no se trata de cómo nos aman los demás. Estamos hablando de cómo vamos a amar tú y yo. No solo al esposo. También a los hijos. A los amigos. A los que nos rodean. ¿Fácil? Para nada. Si quieres, pregúntale a Jesús. Yo sé que él podría enseguida decir: “No es fácil amar a Wendy {puedes poner tu propio nombre si quieres}. Pero cuando morí por ella en la cruz no estaba pensando en que fuera fácil. Lo hice por amor. Y punto.”
El fruto del Espíritu es amor y también es paciencia. De manera que tenemos en nosotras la fuente para producirlo. Pídele hoy a Dios que abra tus ojos y te muestre dónde no estás amando con paciencia y disponte a rendir también ese pedacito de tu voluntad y corazón.
Eso es amor, como Dios lo diseñó.
Bendiciones,
Wendy