Mi realidad y tu realidad no son la misma.
Mientras yo reconozco cuales son mis limitaciones y comprendo que no todo lo puedo conseguir a la primera. Tú sigues pensando que las limitaciones no van contigo, y aunque es evidente que no estas capacitado para ciertas cuestiones, finges tener potestad para enfrentarte a ellas aun sabiendo que no serán ejecutadas de una forma correcta.
Yo sé que el sendero por el cual transito no siempre resulta sencillo, es en ocasiones un trayecto empedrado, dificultoso, arduo.
Tú sin embargo pretendes caminar sobrado de seguridad, creyéndote poseedor de una ventaja que te hace parecer un ser prepotente y hedonista.
Mientras yo me ilusiono con vivir cada día, tú muestras ansiedad por querer vivir mirando hacia el futuro.
Contemplamos a través de la misma ventana y sorprendentemente vemos paisajes muy distintos.
Yo me deleito en el detalle, en la sencillez de las formas, en la luz que proyecta el sol sobre la materia viva. Tú buscas los claroscuros, las sombras, la mácula, el desorden dentro del orden.
Yo anido, tú eres ave pasajera que miras con desdén a quienes no saben cómo volar.
No admites consejos, no te ciñes a normas que pueda obstaculizar ese vuelo rápido a ras del suelo.
Yo agito mis alas despojando de mí el desdén y la modorra, vierto al aire un suspiro y sacudo fuertemente mis ilusiones con el deseo de elevarme un palmo de donde estoy.
Cuando lo consigo, sonrío y doy las gracias al dador de mis alas la oportunidad que me da de poder izarme. Cuando fracaso, cierro los ojos y sigo dándole las gracias porque sé que los fracasos forman parte de su aleccionamiento.
Mi mundo y el tuyo son el mismo, la diferencia es que tú lo miras y yo lo observo, tú lo evitas y yo me planteo cómo mejorarlo.
Mientras yo reconozco cuales son mis limitaciones y comprendo que no todo lo puedo conseguir a la primera. Tú sigues pensando que las limitaciones no van contigo, y aunque es evidente que no estas capacitado para ciertas cuestiones, finges tener potestad para enfrentarte a ellas aun sabiendo que no serán ejecutadas de una forma correcta.
Yo sé que el sendero por el cual transito no siempre resulta sencillo, es en ocasiones un trayecto empedrado, dificultoso, arduo.
Tú sin embargo pretendes caminar sobrado de seguridad, creyéndote poseedor de una ventaja que te hace parecer un ser prepotente y hedonista.
Mientras yo me ilusiono con vivir cada día, tú muestras ansiedad por querer vivir mirando hacia el futuro.
Contemplamos a través de la misma ventana y sorprendentemente vemos paisajes muy distintos.
Yo me deleito en el detalle, en la sencillez de las formas, en la luz que proyecta el sol sobre la materia viva. Tú buscas los claroscuros, las sombras, la mácula, el desorden dentro del orden.
Yo anido, tú eres ave pasajera que miras con desdén a quienes no saben cómo volar.
No admites consejos, no te ciñes a normas que pueda obstaculizar ese vuelo rápido a ras del suelo.
Yo agito mis alas despojando de mí el desdén y la modorra, vierto al aire un suspiro y sacudo fuertemente mis ilusiones con el deseo de elevarme un palmo de donde estoy.
Cuando lo consigo, sonrío y doy las gracias al dador de mis alas la oportunidad que me da de poder izarme. Cuando fracaso, cierro los ojos y sigo dándole las gracias porque sé que los fracasos forman parte de su aleccionamiento.
Mi mundo y el tuyo son el mismo, la diferencia es que tú lo miras y yo lo observo, tú lo evitas y yo me planteo cómo mejorarlo.