LO MÁS REAL
Pastor Tony Hancock
Reza un famoso dicho: "Ver es creer". El único problema es que no siempre podemos creer lo que vemos. Nuestra vista nos puede engañar. Por ejemplo, los que viajan por el desierto frecuentemente ven agua a la distancia. Sedientos, se acercan al aparente lago, sólo para ver que desaparece frente a sus ojos.
Estamos hablando de un espejismo, y es un efecto del aire caliente que sube de la arena del desierto. Las ondas de luz, al pasar por aire de diferentes temperaturas, se doblan. Esto produce la apariencia del agua. En algunos casos, un objeto muy lejano parece estar mucho más cerca de lo que está.
Un espejismo es un caso de algo que parece ser real, pero no lo es. También sucede lo opuesto. De hecho, lo más real es invisible. La Biblia dice así: "lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno." (2 Corintios 4:18) Dios es el ser más real que existe; Él siempre ha existido, y Él ha creado todo lo demás que existe. Dios es espíritu, y no se puede ver.
Sin embargo, como seres humanos, siempre preferimos lo que podemos ver y, hasta cierto punto, controlar. Esta es la atracción de la idolatría. La Biblia nos llama a confiar en un Dios que no podemos ver, pero los ídolos nos ofrecen un dios visible, un dios a nuestra disposición.
Muy temprano en la vida de su pueblo Israel, Dios les enseñó que Él no puede ser representado por nada visible. En los templos de sus dioses, las naciones paganas ponían estatuas que los representaban. Pero en el templo que Dios mandó a su pueblo construir, lo que le representaba a Él era un espacio vacío.
En el templo, había un objeto llamado el arca del pacto. Era un cofre que contenía varios objetos importantes. A los dos lados del cofre había dos ángeles de oro con las alas extendidas. El arca servía como el trono de Dios, pero no había nada para representar su presencia. No había ninguna imagen. Sólo había un espacio. Ese espacio mostraba a su pueblo que Dios es diferente a los dioses paganos. Es espíritu; no lo podemos ver ni representar.
Sin embargo, la idolatría es una tentación constante. Los corintios, a quienes Pablo escribe, vivían rodeados de ídolos. Nosotros también vivimos rodeados de ídolos y de idolatría. Pero si queremos conocer lo más real, lo que verdaderamente existe, tenemos que rechazar la idolatría y conocer al Dios de verdad. Abramos la Biblia en 1 Corintios 10:14-22 para ver lo que nos dice Dios al respecto:Por tanto, amados míos, huid de la idolatría. Os hablo como a sabios; juzgad vosotros lo que digo. La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la participación en la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la participación en el cuerpo de Cristo? Puesto que el pan es uno, nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan. Considerad al pueblo de Israel: los que comen los sacrificios, ¿no participan del altar? ¿Qué quiero decir, entonces? ¿Que lo sacrificado a los ídolos es algo, o que un ídolo es algo? No, sino que digo que lo que los gentiles sacrifican, lo sacrifican a los demonios y no a Dios; no quiero que seáis partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos, acaso, más fuertes que El?
La primera cosa que Pablo nos dice es esto: "Huyan de la idolatría". Los corintios vivían rodeados de ídolos y de idolatría, de templos a los dioses falsos y de invitaciones a participar en sus fiestas. Los eventos sociales a veces se realizaban en los templos de los ídolos. El lugar más alto de la ciudad, el más visible, era el sitio de un templo a la diosa Afrodita con mil prostitutas al servicio de la diosa. También había un templo al dios Apolo, cuyas ruinas aún quedan en Corinto. Los ídolos estaban por todos lados. No se podía salir a la calle sin verlos.
Nosotros también vivimos rodeados de idolatría. Quizás no tengamos ídolos de Apolo o de Afrodita, pero la idolatría está por todos lados. ¿Qué es la idolatría? En realidad, la idolatría es la dedicación a algo visible que toma el lugar del Dios invisible. En Corinto, se trataba de imágenes talladas que representaban supuestos dioses, que la gente adoraba con sacrificios y a quienes les pedían favores.
Todavía existe esta clase de idolatría en diferentes partes del mundo, pero también hay otras formas de idolatría. En estos días que se celebra la Copa Mundial, tenemos que reconocer que el deporte se puede convertir en un ídolo. Si nos identificamos por completo con algún equipo, si nuestra vida entera gira alrededor de sus partidos, ese equipo puede convertirse en nuestro ídolo.
Algunas personas sacrifican mucho dinero en su afán. Si su equipo gana, están por las nubes; si pierde, su ánimo baja al suelo. Todo lo que importa para ellos en la vida es que su equipo gane.
No estoy en contra del deporte; puede ser una diversión sana. No está mal jugar, ver un partido o seguir a un equipo. Pero ten cuidado de que tu lealtad a tu equipo no se convierta en idolatría. ¿Le das preferencia al deporte antes que a las cosas del Señor? ¿Inviertes más tiempo y esfuerzo en seguir a tu equipo que en celebrar a tu Señor?
El problema con la idolatría es que los ídolos engañan, prometiendo lo que no nos pueden dar. Si el deporte es tu ídolo, te ofrece la victoria - te promete que ganarás. Pero no es verdad. Si tu equipo gana, eso no significa que tú hayas ganado- sólo te da una falsa sensación de victoria. Si sólo es diversión, no está mal; pero puede convertirse en idolatría.
Además del deporte, estoy convencido de que la pornografía es parte de la idolatría moderna. Siempre ha habido una conexión entre la idolatría y la inmoralidad. No es casualidad que hubiera mil prostitutas al servicio de Afrodita en su templo. Los dioses a veces se representaban con atributos sexuales exagerados, en una forma antigua de erotismo. Hay una fuerte conexión espiritual entre la idolatría y la inmoralidad. Donde hay idolatría, también hay inmoralidad. Las fiestas de los ídolos solían convertirse en borracheras y en desenfreno sexual.
Hoy en día, esta función se cumple en la pornografía, entre otras cosas. La pornografía usa imágenes para ofrecerte una ilusión de amor. En tu mente, imaginas una intimidad que no es real. Por algunos momentos, te hace sentir que estás cerca de otro ser humano - pero no es cierto. Es una falsa intimidad.
El papa Juan Pablo II dijo algo muy cierto acerca de la pornografía. Comentó que el problema con la pornografía no es que muestra demasiado, sino que muestra muy poco. Solemos pensar que el problema con la pornografía está en que muestra cuerpos desnudos y acciones que no se deben mostrar, y esto es cierto.
Pero el problema real es que la pornografía oculta la verdadera esencia de las personas. Cuando alguien ve la imagen pornográfica de una persona desnuda, piensa que lo están viendo todo - pero no es verdad. No se ve nada de su alma ni de su espíritu. La pornografía, que se ha hecho tan común en nuestro día, es parte de la idolatría moderna.
¿Por qué debemos huir de la idolatría? Encontramos dos fuertes razones en el pasaje que leímos. La primera razón es que ya estamos unidos a lo real, si conocemos a Cristo. Leamos de nuevo los versos 16 y 17. La copa que tomamos en la Santa Cena, y el pan que partimos, representan nuestra unión con Cristo por medio de la fe.
La mesa del Señor representa comunión íntima. Comer con alguien indica que tenemos una relación amistosa con la persona. ¿Cómo, entonces, tendremos comunión con Jesucristo y con un ídolo al mismo tiempo? No puede ser. Si ya estamos en comunión con el Verdadero, no necesitamos nada más.
Imagina, por un momento, que tuvieras en la mano un gigantesco diamante. Su valor es enorme - millones y millones de dólares. Ahora digamos que me acerco y te ofrezco cambiarlo por una canica. A fin de cuentas, se parecen. La canica también brilla. ¿Me cambiarías tu diamante por mi canica?
¿Por qué, entonces, estamos dispuestos a cambiar nuestra unión espiritual con Cristo por algún ídolo? ¿Por qué entregar nuestra lealtad a algún otro que nos promete la felicidad, pero que no nos puede dar nada? Si tú te has entregado a Cristo y eres parte de su pueblo, ya estás en comunión con lo más real.
La segunda razón la encontramos en los versos 20 y 21. Cuando participamos en la idolatría, nos unimos sin saberlo a los demonios. Somos engañados por algo que no es real - el ídolo -para dar poder sobre nuestra vida a seres reales malignos que nos quieren hacer daño.
Un ídolo no es nada, pero hay seres espirituales malvados que aprovechan la idolatría para alejarnos de Dios y tomar poder sobre nuestra vida. Cuando adoramos a los ídolos, abrimos la puerta a los demonios para que tengan influencia en nuestra vida. Bajo la máscara de la idolatría, los demonios nos empiezan a afectar.
Llegamos a ser como niños que meten la mano en un jarro para sacar un dulce, y luego descubren que ya no pueden sacar la mano. Al agarrar el dulce, el puño llega a ser muy grande para salir. Así también los demonios nos ofrecen algo llamativo en la idolatría, pero lo usan sólo para atraparnos.
Hermanos, nosotros tenemos el privilegio de conocer al Dios de verdad. No lo podemos ver, pero lo podemos conocer en nuestro corazón. Su Hijo vino a dar su vida en la cruz para que pudiéramos ser perdonados y conocer su amor real. Su Espíritu está presente para guiarnos, para transformarnos por medio de su Palabra.
Por lo tanto, huyamos de la idolatría. No dejemos que nada ni nadie tome el lugar en nuestra vida que sólo Dios debe tener. Amémosle a Él con todo el corazón, con toda la mente, con todas las fuerzas. Confiemos en El cuándo tengamos problemas. Sirvámosle con nuestra vida. Él nos puede dar lo que ningún ídolo nos ofrece - verdadero amor y vida eterna. Aunque Él es invisible, es lo más real.