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La verdad sigue viva en Cristo
Al mostrar la Verdad de Dios al mundo podemos compararla a un diamante que tiene varias caras, cada una de las cuales refleja aspectos preciosos.
LA VERDAD ES INSEPARABLE DE LA PALABRA
Dios ha hablado a lo largo de la Historia "muchas veces y de muchas maneras" (Heb. 1:1) y nos ha revelado la Verdad en las Escrituras. Esta cara del diamante es la que podemos llamar la verdad revelada. Constituye el conjunto de proposiciones que estamos llamados a creer. El apóstol Pablo la llama: "el buen depósito" (1 Tim.1:14) o la "sana doctrina" (2Tim.4:3) ; (Tito1:9). este cuerpo de doctrinas-creencias, se inicia con la revelación de Dios a los patriarcas, sigue con los profetas y Culmina en el N.T. con las enseñanzas de Jesús y los apóstoles. Si bien está expresada de manera perfectamente comprensible, hay un elemento lógico racional incontestable en la verdad revelada, en último término sólo se puede acceder a ella desde la fe. Son los ojos de la fe los que alumbran nuestro entendimiento (Efe. 1:18) y nos permiten aprehender toda la riqueza de la Verdad de Dios.
LA VERDAD ES INSEPARABLE DE LA VIDA
La verdad de Dios es inseparable de la vida, tiene unas implicaciones morales inevitables para nuestra conducta. La verdad no es sólo algo a creer, sino a practicar. Implica demandas éticas, cambios, un estilo de vida. La segunda cara del diamante es la verdad obedecida. Somos llamados también a vivir la verdad, no sólo a creerla. De hecho vivir la verdad es la mejor demostración de que la hemos creído. Hemos de creer lo correcto-la sana doctrina-, pero también hemos de vivir rectamente (Hebr.12:17; 1Ped.1:14-16). Creer la verdad de Dios nos da paz y seguridad para el futuro. "Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna" (Jn.6:68), "Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro"(1Pe.1:22).
LA VERDAD ES INSEPARABLE DE LA GUÍA DEL ESPÍRITU SANTO
Hasta aquí hemos considerado los aspectos más directamente relacionados con nuestra responsabilidad, lo que nosotros ponemos de nuestra parte: buscamos entender y aprehender la verdad revelada por Dios y anhelamos vivirla, obedecerla. Conseguir esto por nosotros mismos no sólo es difícil, es imposible porque entender y vivir la Verdad de Dios requiere la capacitación divina. La verdad es también algo a discernir y, en este sentido, nos referimos a la tercera faceta del diamante como a la tercera faceta del diamante como la verdad iluminada. Por esta razón Dios, nos ha provisto de un recurso sobrenatural: la ayuda del Espíritu Santo quien es desde el principio "Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio" (Jn. 16:8); "Pero cuando venga el Espíriu de verdad, él nos guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir" (Jn.16:13) en nuestro caminar diario. Dependemos del Espíritu para nuestras creencias-la verdad revelada-no se queden en algo frío y oxidado por el tiempo, sino que sean regadas con la unción del Espíitu que nos renueva cada día.
LA VERDAD ES INSEPARABLE DE LA PERSONA DE JESUCRISTO
La Verdad es más que una doctrina o una vivencia espiritual- religiosa; es ante todo una persona: Cristo. Dios, después de darnos la verdad revelada, "en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo" (Heb.1:2). En Cristo culmina la revelación de la verdad hasta el punto que pronunció las palabras que nadie haya dicho jamás: Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, si no por mí" (Jn. 14:6). Cristo vienee a ser la verdad encarnada: "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad") (Jn.1:14). Siguiendo el simil del diamante, Jesús es la parte más preciosa de la verdad divina porque Él "El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación" (Col.1:15) "Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (Col.2:9). Como alguien ha dicho , un cristiano es una persona que ha quedado prendada y prendida de Jesucristo. La luz que irradia la Verdad no sólo alumbra nuestras tinieblas, sino que nos seduce y nos atrae para compartir toda nuestra vida con Él. "He aquí, yo estoy a la puerta y llamó; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo" (Apo.3:20). Ahí radica el rasgo más distintivo del cristianismo: no es tanto una religión, sino una relación. Por ello, en último término, la verdad no sólo es algo a creer, algo a vivir y algo a discernir, sino sobre todo alguien a quien amar: el Cristo vivo, la Verdad encarnada.
ptor. Jaime Batista
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