Para recibir la gracia primero has de comprobar que te encuentras vacío de cualquier sustancia y reconocer que estás hecho de un recipiente frágil, tan frágil como el barro.
Limpia el polvo que a través de los años has acumulado en tu interior. Vacíate además de la vanidad que te satura. Pasa bien el paño.
A continuación invita a Jesús a entrar en tu vida.
Obedece sus palabras y llénate sin temor. Cólmate primero de algo tan ordinario como es el agua. Convéncete de que no eres otra cosa y que tu ser apenas tiene importancia.
Después déjale hacer su obra en ti, que es lo mismo que dejarle hacerse presente en ti.
Abandónate en sus manos y espera el prodigio.
Digo prodigio, no superchería.
Igual que hizo con el vino en Caná, así hará contigo. Confía.
No acontecerá cualquier milagro sino el mejor de ellos realizado en tu persona. Serás, a partir de entonces, el discípulo singular que ponga la alegría que falta en la fiesta de la vida, tanto en la tuya como en la de los otros.
Te entregarás a los demás como un don agradable y sin igual, pues toda transformación personal llega a hacerse pública. Los que te conocían de antes no entenderán el cambio, así que tendrás oportunidad de contarles lo que te ocurrió, de dar la gloria al único que la tiene.
Certificarán la obra de Dios en ti, no podrán negarla y creerán en él.
Las tinajas de las bodas de Caná fueron varias según las Escrituras, mas la obra de Dios en las vasijas humanas no tiene límite.
Limpia el polvo que a través de los años has acumulado en tu interior. Vacíate además de la vanidad que te satura. Pasa bien el paño.
A continuación invita a Jesús a entrar en tu vida.
Obedece sus palabras y llénate sin temor. Cólmate primero de algo tan ordinario como es el agua. Convéncete de que no eres otra cosa y que tu ser apenas tiene importancia.
Después déjale hacer su obra en ti, que es lo mismo que dejarle hacerse presente en ti.
Abandónate en sus manos y espera el prodigio.
Digo prodigio, no superchería.
Igual que hizo con el vino en Caná, así hará contigo. Confía.
No acontecerá cualquier milagro sino el mejor de ellos realizado en tu persona. Serás, a partir de entonces, el discípulo singular que ponga la alegría que falta en la fiesta de la vida, tanto en la tuya como en la de los otros.
Te entregarás a los demás como un don agradable y sin igual, pues toda transformación personal llega a hacerse pública. Los que te conocían de antes no entenderán el cambio, así que tendrás oportunidad de contarles lo que te ocurrió, de dar la gloria al único que la tiene.
Certificarán la obra de Dios en ti, no podrán negarla y creerán en él.
Las tinajas de las bodas de Caná fueron varias según las Escrituras, mas la obra de Dios en las vasijas humanas no tiene límite.