Si quisiéramos hacer una traducción literal de esta pregunta, sería: ¿Cómo está el shalom de mi padre?, lo cual demuestra, mejor aún, la profunda ternura que José sentía por la vida de su padre. La ternura de hijo a padre se demuestra no sólo en esta pregunta, sino en los obsequios, en las lágrimas y en los abrazos que José prodiga a su padre en cuanta oportunidad tiene al alcance de su mano. Los seres humanos necesitamos de la ternura tanto como el oxígeno o el pan para sobrevivir. En sus orígenes el ser humano es constitutivamente tierno, como lo señala la antropología al proponer la hipótesis de la concavidad de las manos como prueba de que éstas servían para acariciar y no para agredir. Pero más que la antropología, todo el mensaje bíblico ilustra que dependemos más del amor que de la agresión, que nos desarrollamos más y mejor en relaciones de afectos, paz y ternura que en relaciones de violencia, sometimiento y agresión. Recordemos la parábola del hijo pródigo como muestra. La aceptación, la confianza, el reconocimiento, las caricias, son señales de ternura que desarrollan más y mejor nuestra humanidad, nuestra capacidad intelectual y nuestra integración social. Por ejemplo: dicen los expertos que para sentirnos bien, durante el día necesitamos cuatro abrazos, y para sentirnos muy bien, ocho abrazos diarios. Caminemos este día en el fruto de la paz dejando, al pasar, algún gesto de ternura hacia los demás.
Oración: Gracias, Padre, por ser un Dios tierno y compasivo hacia tus hijos, porque nos acaricias con tu gracia, nos acompañas con tu amor, nos sostienes con tu confianza.
Jorge Galli
Eirene Argentina - Humberto Primo 1163- (C1084ABE) - Ciudad Autónoma de Buenos Aires
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