Era un domingo por la mañana y yo estaba en un lugar al que ni pensaba ni pretendía ir, pero Dios me llevó allí, quería “llevarme al desierto para hablarme al corazón”... Fueron días de muchas cosas buenas en muchos sentidos.
Pero el domingo por la mañana estaba tranquilamente bajo un sol anhelado por mí en mi gris y lluviosa tierra escuchando a William Graham exponer un excelente mensaje bien basado en la Palabra, creo que puedo decir sistemático, sobre la primera epístola a Timoteo capítulo 6. Realmente el tema de aquel mensaje, iba sobre la piedad y el contentamiento, pero…….de repente!!.....en medio de muchas otras cosas, el mismísimo Dios me gritó…si!!....me gritó fuerte!!: “No te prostituyas jamás en tu ministerio, deja que Yo te honre……si los hombres te llegan a quitar tu ministerio, Yo tendré para ti uno mucho más alto y precioso”.
Simplemente las rodillas de mi alma se doblaron, las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas y las entrañas de mi corazón se conmovieron en lo más profundo.
Siempre he sido una mujer valiente, creo que puedo decir muy valiente a la que Dios llamó de una manera muy poderosa desde una edad muy temprana y que ha servido al Señor y lo sigue haciendo en todo y mas, sé que he abierto brecha, camino y huella para mujeres que vienen detrás, nunca me ha importado estar detrás del micro más alto, escribir en la más prestigiosa de las revistas, como desatascar un inodoro en un campamento, recoger vómitos de los chicos o tener que meter la mano en el orinal de un anciano para tomar un calcetín que se había caído allí con mis propias manos; aunque después me tuviera que lavar mil veces con lejía pura…..pero he pagado precios muy altos, muy altos y he llorado muchas lágrimas amargas demasiadas veces por ser así, tal como soy.
En los últimos tiempos, pensaba en ocasiones, si realmente valía la pena pagar precios tan altos, tan altos y dolorosos por ser auténtica y necesitaba que alguien sostuviera mis brazos igual que sostuvieron los de Moisés en la batalla.
Aquella mañana, el aldabonazo de Will y el grito fuerte de mi Señor me hicieron despertar,renové mis votos de amor y servicio para con mi Dios y recibí un precioso toque de Su Gloria.
Si!!....si vale la pena dar “Todo el consejo de Dios”, sea popular o no, guste o no guste…y sé demasiado bien que si los hombres me cierran puertas, mi amado Señor me abre otras infinitamente más grandes. Lo ha hecho en el pasado, lo sigue haciendo y lo seguirá haciendo hasta el final.
Recordáis??...”Habla y no calles… Soy mujer…y qué?”…
Cuanto más tiempo pasa y más conozco a mi Dios, más me asombra Su amor para conmigo, Su gracia insondable y soberana y le amo y me entrego cada día más a Él, simplemente en respuesta a todo lo que hizo por mi: vida por vida a precio de sangre.
Mi Señor escogió a este “instrumento inútil” por alguna razón y aquí estoy de nuevo a Sus pies, al pie de la bendita Cruz diciendo: “He aquí, envíame a mi”.
Gracias Will por ser el instrumento que Dios utilizó aquella preciosa mañana para hablarme a lo más profundo de mi alma!!.
Gracias mi Padre por escogerme, usarme y amarme a pesar de todas mis imperfecciones!!.
Y hoy y desde aquí, prometo delante de mi Señor no prostituirme jamás en mi ministerio, nunca jamás!!!.........guste o no guste y cueste lo que cueste…. y me agarro con fuerza a las palabras….”Dios honra a los que le honran” sé que sirvo a un Dios fiel que cumple Sus promesas.
Toda la bendición de Dios sobre vuestras vidas, en el amor de mi Padre, Beatriz.