La reflexión de hoy va también en la línea de detenerse, pero en el marco de otro tipo de freno que también es fundamental en la vida.
Espera, espera, por favor, espera. ¿Qué estás por hacer? Sí, ya sé, estás agotado, frustrado y sientes una gran impotencia. Pero, detente un momento. Esta decisión puede afectar todo tu futuro y el de gente a la que tanto amas. Estás harto. No te parece justo lo sucedido. ¿Quién te dijo que la vida es justa? ¿Quién te dijo que no tendrías enemigos? ¿Quién te convenció que no ibas a sufrir desilusiones?
Haces todo lo posible. Intentas. Te esfuerzas. Pero parece que nada sirve. Apagas un incendio tras otro, pero el fuego parece no terminar de consumirse. Te preguntas si algo de esto tiene sentido. Ya estás tan cansado que ni tienes ganas de hablar sobre tus problemas. Y, como si fuera poco, recibes cuestionamientos de parte de las voces menos autorizadas, las de aquellos que se escapan de sus vidas fracasadas concentrándose en maldecir a los demás.
No hay fuerzas. Se agotaron las energías. Sientes que hasta aquí llegaste. Y es muy corta la distancia que separa este agotamiento de una decisión impulsiva. Además pareciera que la gente sólo se te acerca para generarte nuevas presiones. Tienes todo el derecho del mundo a decidir qué hacer con tu vida. Pero, espera, no te apresures. Podrías arrepentirte del daño que estás por hacerte. No renuncies a tus convicciones. Sí, aquellas convicciones que tuviste en otros tiempos cuando los resultados eran distintos, cuando todo era energía y expectativa dentro de ti.
Si pierdes tus valores y tus convicciones, estarás muy complicado. No abandones la fe. Sin fe y sin visión, estás en mano de tus cambiantes estados de ánimo. Dios no te soltó la mano. Él no está ausente, sólo tiene que respetar su decisión de haberle dado al hombre el libre albedrío. Por lo cual, no puede meterse todo el tiempo para modificar las circunstancias. Aún le ha dado libre albedrío a aquellos que te maltratan. Pero si no abandonas a tu Creador, si no le sueltas la mano, puede en este día renovar tus fuerzas y ayudarte a caminar de a un día por vez. Sí, de a un día por vez. No te sirve mirar demasiado para adelante porque ya bastante alcanza con el presente.
Bueno, amigo, te entiendo. A veces también me hago preguntas para las cuales no tengo respuesta. A veces pierdo las fuerzas. Pero algo he aprendido: Dios es fiel. No sé cómo Él se las ingenia, pero siempre junto con los problemas nos acerca una salida. Sí, hay salida. Aunque veas oscuridad, no dejes de avanzar. Dios no te va a soltar. No te sueltes tú. No estás solo. Él caminará a tu lado.
GUSTAVO BEDROSSIAN