¿Vale la pena entrar en una discusión?
No siempre es sencillo responder a esta pregunta. Hay varios factores que entran en juego a la hora de expresar “SÍ” o “NO”. Algunas preguntas para hacernos pueden llegar a funcionar como filtros que nos den el pie a seguir avanzando en la conversación, o para detener el asunto a tiempo.
¿Vale la pena Discutir?
Primer pregunta: ¿La persona tiene la capacidad de hacer autocrítica o, por el contrario, es externalizadora responsabilizando siempre al otro?
Si el otro tiende a creer que nunca se equivoca, entonces la respuesta es muy sencilla: NO vale la pena discutir. No pierdas el tiempo, no tiene sentido. Si puede reflexionar sobre sus actos, podemos pasar al segundo punto.
Segunda pregunta: ¿Estoy medianamente sereno o lúcido como para discutir o, por el contrario, estoy “sacado” y fuera de mis cabales?
Si mi cuerpo y mi mente están en estado de pre-estallido, aquí detengamos todo. NO vale la pena discutir ni avanzar con el asunto. Si tengo una diferencia, pero estoy sereno, voy hacia el tercer interrogante.
Tercera pregunta: ¿El otro está lucido o percibo que puede convertirse en el increíble Hulk en cualquier momento? Lo mismo que para el punto anterior. Detente. Si hay lucidez de los dos lados, sigamos avanzando con el proceso.
Cuarta pregunta: ¿Tengo claridad sobre lo que estoy discutiendo y lo que quiero expresar o ya no tengo claro qué decir?
Por más que haya serenidad, si no hay claridad, podemos dejar el asunto para más tarde. Si estamos claros, podemos continuar.
Quinta pregunta: ¿Además de claridad en mis ideas, lo que estoy por expresar va a ser de edificación o puede llegar a lastimar?
Aún estando serenos y claros, podemos llegar a lastimar con nuestras palabras. Preguntar si nuestras palabras tendrán un espíritu constructivo o no, también pasa a ser un importante filtro.
Seguro que hay otras preguntas que podríamos agregar, pero creo que estos cinco filtros, pueden servirnos como dique de contención. Tanto la autocrítica, la serenidad, la claridad y las palabras constructivas de ambos lados, serán la clave para desarrollar una discusión que enriquezca la relación.
Amigo, que Dios te dé el dominio propio y que puedas seguir aprendiendo a construir discusiones que valgan la pena. Para, piensa, pregúntate, y a partir de esto, avanza o retrocede.
GUSTAVO BEDROSSIAN