Resolviendo conflictos
Mantengase fresco cuando cuando otros estén furiosos y pierden la cabeza, usted tiene el control sobre sus emociones, no lo pierda. No se trata de no demostrar su molestia, sino de hacerlo msuradamente, sin después arrepentirse de una acción cometida en un momento de descontrol.
Recuerde que cada discusión tiene al menos tres puntos de vista: el suyo, el del otro y de los terceros , los cuales probablemente están más cerca de la objetividad. Siendo más vérsatil y viendo las cosas desde la perpectiva de los demás enriquecerá su propio punto de vista.
Espere a calmarse antes de hablar. Dios nos ha dado dominio propio. Tenga en cuenta que la ralación es más importante que la discusión. Dele más relevancia a las personas que a las opiniones.
Trate a toda persona como le gustaría que ella le tratase a usted. Nunca se arrepienta de tratar bien a los demás. Eso le agrada a Dios, y le dará paz a su persona.
Busqque el lado positivo y agradable, aún en las situaciones más complicadas y dolorosas. Es una discilina que le ayudará a pasar los momentos difíciles, y a convertir los problemas en oportunidades.
Pregunte antes de reaccionar; algunas veces reaccionamos y luego preguntamos; también preguntamos, pero escuchamos para contestar y no para tratar de entender.
No haga o diga nada que pueda herir a otra persona, eso no es de Dios. e al proverbio que dice que todo lo que uno haga, se devolverá. La gente no recuerda tanto lo que usted dice o hace, sino con la intención con la que lo hace.
Sea consciente de la diferencia entre análisis amigable y crítica destructiva; observe si el propósito de sus palabras es ayudar, deshagorse o hacer daño.
Tenga presente que si tolera a los demás, ellos también serán pacientes con usted, en los aspectos no muy gratos de su pesonalidad.
El verdadero cristiano sabe reconocer sus errores y aceptar responsabilidades. No olvide que un conflicto bien manejado fortalece la relación, y le ayuda a aprender de las diferencias.
Jaime
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