Hay un instante que es crucial cuando dos personas heridas se encuentran: ¿cómo reaccionará el ofendido? En ese momento todo depende de la actitud que tenga la persona herida. Si los que tienen el poder de perdonar se vuelven arrogantes y recriminativos, todo está perdido.
Pablo no sólo pide que Onésimo sea recibido, sino que debe ser recibido “para siempre”, es decir, generosamente. En el sermón del monte, Jesús pone sobre el inocente la responsabilidad de tomar la iniciativa en la búsqueda de reconciliación. El otro tiene toda la culpa, nos ha ofendido, se ha burlado de nosotros; no importa, toma la iniciativa de buscar primero a tu hermano y recíbele para siempre, libre de recriminaciones futuras.
¿No es acaso lo que Dios hace con nosotros? Nos amó primero, y nunca más nos achaca el pecado.
JORGE GALLI
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