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General: Una historia verdadera Parte 21
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: Hermano Cristiano  (Mensaje original) Enviado: 26/12/2014 19:58

Parte 21

No quisiera dejar en el tintero ningún pasaje importante de mi vida como jovencillo, ya que mi vida fue muy rica en toda clase de peripecias, como esa, en que una ocasión nos fuimos a robar una gallina, el Quirín, Pancho ¿o Jorge? y yo, atrás y a un costado del terrenote de Don Darío, y la verdad que a mi no me gustaba ese deporte porque a veces no les importaba que fueran pollitos, sino que lo importante era sentir la emoción y el chorrear de la adrenalina al saber que estábamos haciendo lo incorrecto impunemente, pero no contábamos esa vez, que la gallina que agarró Quirín por el pescuezo, la qué, al estar dándole vueltas para que pasara a mejor vida, hizo un escandalazo que motivó la salida alarmante de la dueña, y patas para que las quiero, que tiramos la pobre gallina moribunda y que nos vamos a esconder cada quien a su casa; pasados algunos momentos, tocaron a la puerta de la casa y ¿ que creen ?, era la dueña de la gallina, misma que la llevaba en una mano toda "descuajaringada" y le fue a reclamar a mi mamá lo que su hijito había hecho, y que le cobra la gallina, y mi mamá que se la paga, y que yo recibo una gran regañada por lo hecho, pero lo más "chistoso del cuento," es, que la misma señora, momentos antes, también les fue a cobrar la gallina a las mamás de mis cuates y también ¡se la pagaron! y de ribete se llevó su canija gallinita, chulo negocito ¿ no creen ?

O esa otra en la que en una ocasión, Manuel, Pancho y yo, tramamos irle a pedir prestadas (si chucha) unas gallinas a Don Enrique Vargas para hacer, como era la costumbre de la pandilla, un caldazo de gallina en alguna de las fincas aledañas o en el montecito arriba de mi casa (para esto, siempre le sacábamos a nuestras mamás, platos, ollas de peltre, cucharas y cuchillos que muy difícilmente volverían a ver).

Como de pura casualidad Don Enrique no estuvo, echamos suertes para ver quién de nosotros se brincaba la barda, y ya dentro del patio de la casa, atrapar a las gallinas y aventarlas a una huerta que se encontraba en frente de su casa en donde nos encontrábamos Pancho y yo porque Manuel fue el agraciado.

De repente vimos volar una y otra gallina a la huerta, y para nuestro asombro, ¡venían aleteando pero sin cabeza!, y Manuel al regresar a donde nosotros estábamos, que nos dice que les arrancó la cabeza pisándoselas contra el suelo y jalándolas, para que Don Enrique, cuando se diera cuenta, creyera que se las había llevado un tlacuache. ¡Qué corazón!

Recuerdo también que en otra ocasión, se nos atravesó en nuestro camino un ganso y ¡papas!, que le damos cuello y que nos vamos a prepararlo bajo un árbol en el monte de arriba de mi casa para saborearlo, por supuesto que borrábamos toda huella que después nos inculpara, y enterrábamos las plumas y la cabeza de los animalitos que cazábamos. En eso estábamos cuando llega el Darío muy preocupado por un ganso que se le había perdido a su mamá, y por supuesto que nosotros le dijimos que no lo habíamos visto pero que le invitábamos a comer de nuestro guiso de " gallina " y aceptó, comimos opíparamente aunque la carne estuvo un poco dura, y después lo acompañamos a buscar su ganso perdido, mismo que no pudimos hallar porque se encontraba en nuestras barrigas, incluida en la de su propio dueño. ¡A qué cosas.

También ya de jóvenes, nos gustaba mucho salir de excursión con un amigo que se había cambiado no hacía mucho tiempo, a vivir al barrio, y como él seguido salía de excursión con sus antiguas amistades, nos platicaba de sus aventuras y nos interesó en quererlo hacer también nosotros, su, nombre Luis Rechy un joven más alocado que nosotros pues el coleccionaba huesos y calaveritas de diferentes animales, así como objetos que recolectaba en sus excursiones al Cofre de Perote, al Volcancillo, a las grutas de Apazapam, y de otros muchos lugares que él visitaba, incluyendo huesos y cueros de serpientes, y algunos objetos que "tomaba prestados" como placas de señalamientos de tránsito y cosas así por el estilo; también al igual que yo, tenía gusto por el dibujo y la pintura lo que hizo que nuestra relación fuera estupenda, tan era así que el primer taller de serigrafía que Manuel y yo pusimos, fue en el patio de su casa que tenía varias habitaciones desocupadas, por lo que nosotros tomamos una para ello.

Hablar de Luis Rechy tiene también su gran importancia, ya que aparte de saber ser un buen amigo, congeniábamos tan bien en lo personal, que juntos pasábamos mucho tiempo pintando paisajes a la acuarela, retratos de personas al carbón y a la sanguina y dibujos a lápiz; recuerdo qué, en lo que yo pintaba un paisaje de una canoa en un río a la acuarela, o cualquier otro dibujo, el se enfrascaba en lo macabro pues le gustaba dibujar cruces, ataúdes, colgados, ahogados, gente en actitud de gran sufrimiento, o en actitudes y formas distorsionadas, un verdadero caso, estilo que conservó toda su vida pero perfeccionado, ya que él se desenvolvió profesionalmente en las Artes Plásticas en varias de sus diferentes manifestaciones.



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 29/12/2014 02:30


Agradecemos tu colaboración con esta serie, es una bendición! Araceli

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Lolis Navarrete Enviado: 09/01/2015 05:13


 
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