Parte 47
Es el momento para participarte del conocimiento para separar lo material de lo espiritual, de separar los tiempos del castigo a través de la Ley de Moisés, de los tiempos nuevos de la gracia y el perdón de Dios a través de su Palabra dada a Jesús, lo que te introducirá poco a poco en su Reino para recibir y producir los frutos del Espíritu para que tus problemas sean solucionados, y los frutos materiales que has producido y han permanecido, y los que produzcas de aquí en adelante, sean dispuestos en el orden adecuado para que los disfrutes plenamente.
Mira José Luis, deberás colocar el conocimiento del mundo espiritual que mana de la Sabiduría de Dios a través de tu Señor Jesucristo, sobre el conocimiento tradicionalmente materialista que mana de la sabiduría de hombre, misma, que se encuentra cautivada en las cosas y placeres de este mundo, para que de esta manera, tu mente se empiece a abrir a la enseñanza del conocimiento espiritual.
José Luis, deberás saber que la trinidad de Dios reflejada en ti a su imagen y semejanza, fue dispuesta por Dios desde el principio para que en ti, y en todos los que así lo quieran, sea posible llegar a la madurez espiritual necesaria que los hará ser restaurados en su Reino y en su Justicia en este mundo para disfrutar plenamente en su orden y en su propósito de todas las maravillas que Él puso, también desde el principio, en este mundo material, a la disposición del hombre, sin embargo, éste se ha olvidado de ello y ha cambiado las cosas para seguir el orden y propósito de hombre para el hombre, y por añadidura, para creer en un Dios desde la perspectiva de la sabiduría humana. Por eso, tú, José Luis, que te encuentras en el umbral del camino de querer conocer de Dios de acuerdo a la esencia espiritual de su enseñanza contenida en la meditación profunda del Nuevo Testamento, no permitas que las formas y sistemas religiosos de humana sabiduría te desvíen del objetivo espiritual del cual estás siendo participado.
Cuando desperté esa mañana, como de costumbre aún se mantenía fijo en mi mente lo que había ¿soñado? esa noche, lo que me hizo meditar en ello durante el día para que más o menos entendiera el significado de tales declaraciones recibidas.
Comencé a recibir a cualquier hora del día o de la noche, cierta información, con la certeza de que la debería poner en acción, tratando de llegar a una explicación que me hiciera sentir seguro de lo que según yo, me estaba siendo revelado, tal vez, por un ángel de luz. Huelga decir que fui invadido, (como muchos que empiezan a conocer del Señor siguiendo ciertas maneras un tanto diferentes a las que estamos acostumbrados para invocarlo y a través de las cuales sentimos verdaderamente su presencia,) por una hermosa sensación que me movía a querer involucrar insistentemente a mi familia y a mis amigos para que se permitieran conocer, aunque fuera por curiosidad, de lo que yo estaba experimentando y que estaba transformando positivamente mi vida.
Lógicamente no hubo uno solo, fuera de mi esposa e hijos, éstos últimos con ciertas reservas, que tomara en serio mi invitación porque creían que la forma en que ahora estaba queriendo conocer del Señor, se debía a que yo estaba siendo manipulado en mis necesidades y emociones por las personas que querían que formara parte de sus creencias haciendo a un lado en gran parte, mi forma tradicional de conocerlo y de creer en Él.
Motivado siempre por esa dulcísima voz que ya se hacía presente en mi mente a cualquier hora del día o de la noche, comencé a escribir sobre los recuerdos de mi niñez, de mi juventud, de mi adultez, y ahora de adulto mayor, recuerdos que me llevaron a reconocer, de que todo lo que ha pasado en mi persona a través de las situaciones buenas, regulares y malas en las que me he visto envuelto a lo largo de mi existencia, se ha debido a que he llevado mi vida como he querido, sin tomar en cuenta ni tratar de entender, por la ignorancia de la que no quería salir, que en este mundo tradicionalmente materialista, toda acción tiene una reacción, ya sea negativa o positiva según el caso, y que sin lugar a dudas sucede exactamente lo mismo en el mundo espiritual.
En esos días se me empezó a revelar la diferencia que hay entre el mundo espiritual y el mundo material en los cuales se desenvuelve y desarrolla nuestro ser y cuál es el camino que debería de seguir para que estos dos mundos se unan en sintonía y vibren en perfecta armonía, para que mi vida y la de mi familia se encuentren libres de las cadenas de angustia y sufrimiento, esas cadenas que hemos permitido que nos sean colocadas para sujetarnos a las cosas de este mundo despreciando las cosas del mundo espiritual.
Empecé a escribir sobre todo lo que estaba recibiendo, compartiéndolo por completo con el hermano Santiago, quién sentía en todo ello que la mano del Señor estaba presente.