“Sométanlo todo a prueba, aférrense a lo bueno, eviten toda clase de mal”. 1Tss.5:21-22
Cuál es tu reacción si alguien te dice “SOBERBIO”? Esa palabra fue la respuesta que recibí a uno de los newsletter que envío semanalmente. En realidad, puede que sea un poco soberbio (quién no…), pero me hizo bien pensar en este tema.
Allí me recordé de “someter a prueba” esa palabra y comencé por mí mismo revisando hasta donde era una acusación o un halago. No depende de lo que el otro escriba o diga, dependía de mí, de la interpretación que yo le daría. En las comunicaciones humanas, siempre hay un transmisor y un receptor, y uno siempre es dueño de la recepción.
Y aunque la palabra “soberbio” tiene de sinónimos: altanero, orgulloso, arrogante, altivo, endiosado, vanidoso, yo no acepté internamente ninguna de esas interpretaciones y comencé a creer que en realidad me decía: qué bueno, te felicito, genial, maravilloso, sobresaliente, excelente, estupendo. Esa escucha la decidí yo. Inmediatamente me aferré a lo bueno y mi respuesta fue: “muchas gracias”. Seguramente que si es una persona amiga estará contenta y si es una persona enemiga, qué entenderá??
Lo que otro dice, en realidad expresa su problema, pero lo que mis oídos deciden escuchar demuestra mi libertad y esa elección es de cada uno.
Someter a prueba la palabra recibida y aferrarnos a lo bueno, donde nunca esperamos nada malo de nadie, nos conviene, nos evita toda clase de mal. No podemos vivir esperando cosas malas porque nos odien, o nos deseen el mal, o nos agredan; es mejor creer y practicar la inocente verdad de esta sabiduría milenaria que el Apóstol San Pablo nos enseña. Porque lo que esperes, eso te vendrá.
Oración: Señor Jesús, ayuda a mi amigo a crecer en su escucha y poder vivir disfrutando de cada día con todos los integrantes de su familia y sus compañeros de trabajo, digan lo que digan. Amén.
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