Comentarios que se repiten:
“Yo no soy de mentir… pero a veces no hay otra opción”
“Mi familia es prioridad… pero durante estos años voy a seguir con este ritmo de vida aunque hoy no les pueda dedicar tiempo ni a mi pareja ni a mis hijos”
“Yo básicamente soy fiel… pero mi pareja no me supo cuidar y ahora tengo una amante”
“Sé que tengo una misión para cumplir… pero ya llegará el momento para eso”
“Yo nunca me quedaría con algo que no me corresponde… pero en mi empresa se abusaron de mí y ahora lo que me puedo llevar a casa, me lo llevo”.
Pareciera que hemos asumido compromisos. Pero no nos engañemos. Si comenzamos con las condiciones para el cumplimiento de esos compromisos, en realidad son promesas. Y las promesas, en la mayoría de los casos, no se concretan en compromisos.
Insisto. Que no te engañen.
Insisto. No te engañes.
Lo que hacemos define nuestras prioridades.
Las mentiras que nos decimos, que les decimos a los demás, que nos dicen… no se perciben como tales cuando hacen referencia a lo que se quiere escuchar.
Andy Stanley en su libro“¿A quién haré trampas?”, en relación a lo que significan las decisiones, afirma: “Es interesante que desidere, el verbo latino del que se deriva el término moderno, significa cortar, desconectar”… Tomar una resolución no consiste simplemente en escoger una opción. Eso solo es la mitad de la historia. También tiene que ver con la eliminación total de cuantas opciones le hagan competencia. Escoger hace que haya un enfoque”.
El autor habla de las Posiciones Inquebrantables que uno debe asumir cuando uno sinceramente quiere defender una Prioridad.
Amigo, ¿vas a elegir el camino de las condiciones o el de las posiciones inquebrantables? ¿Vas a cerrar el camino de las otras opciones para enfocarte en aquello que has definido como prioridad? ¿Vas a dejar que te hagan promesas indefinidamente o vas a poner un límite? Que el seductor mundo de las promesas (propias y ajenas) no te nuble la vista.
GUSTAVO BEDROSSIAN