Te amamos Señor
Se entregó en la cruz y lo hizo para que todos tuviéramos perdón de pecados; esa fue una entrega consecuente con su vida de servicio.
Él ya le había dicho a los Discípulos:
“Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día” (Lucas 9:22).
De nuevo, Él ya les había dicho:
“Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras; porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres. Mas ellos no entendían estas palabras, pues les estaban veladas para que no las entendiesen; y temían preguntarle sobre esas palabras” (Lucas 9:44-45).
Aunque los Discípulos no entendían que Él iba a Jerusalén a morir en la Cruz, Jesús lo sabía y lo entendía. Por tercera vez en el Evangelio de Lucas, Jesús dijo:
“He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre. Pues será entregado a los gentiles, y será escarnecido, y afrentado, y escupido. Y después que le hayan azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará. Pero ellos nada comprendieron de estas cosas, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que se les decía” (Lucas 18:31-34).
Los Discípulos esperaban que Jesús fuera puesto en el trono como el Rey y Mesías de Israel. Ellos simplemente no podían entender por qué Él tenía que morir en la Cruz. ¿Por qué? Lucas 18:34 dice que “esta palabra les era encubierta”. No fue sino hasta que Jesús resucitó de entre los muertos que Él les abrió “el entendimiento…y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Jesús padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día” (Lucas 24:45-46). Así, los Discípulos no tuvieron entendimiento del Evangelio (I Corintios 15:1-4) sino hasta que Jesús resucitó de los muertos (cf. John 20:22, 24-28).
Pero Jesús sabía por qué Él iba a Jerusalén. El Apóstol Juan dijo que Jesús sabía “todas las cosas que le habían de sobrevenir” (Juan 18: 4). Sin embargo, Él “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” para morir en la Cruz (Lucas 9:51). Él sabía que Jesús pagaría en Getsemaní llevando el peso de nuestros pecados – hasta que sudó sangre y clamó para que Dios lo salvara de la muerte esa noche, para que Él pudiera ir a la Cruz en la mañana. Él sabía que Pilato lo azotaría, y cada vez que el látigo azotaba su espalda, y cada vez que la Sangre brotaba, y la piel era arrancada de Sus huesos, los azotadores se reían y se burlaban de Él, haciendo Su dolor más intenso y horrible. Y Jesús sabía que Él iba a Jerusalén para ser clavado en la Cruz. Él sabía que lo iban a arrastrar del lugar donde lo azotaron y traspasarían clavos en Sus manos y Sus pies. Entonces, al levantar la Cruz los soldados, Él estaría colgado por horas, desnudo, bajo el sol caliente antes de morir. Sí, Jesús sabía todo esto; Él sabía que iba a Jerusalén a sufrir, a sangrar, y a morir. Aún así “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (Lucas 9:51). “¡Él no fue forzado a ir! ¡No! Él fue dispuesto, por mi y por ti, lo ha hecho!!
“...el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2).
Gloria a Dios!! Cristo venció a la muerte!!
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