La soberanía de Cristo también depende de su resurrección ¨para esto mismo murió Cristo, y volvió a vivir, para ser Señor tanto de los que han muerto como de los que aún viven (Romanos 14:9). Nuestra justificación, una de las más grandes bendiciones del pacto, está relacionada con la triunfante victoria de Cristo sobre la muerte y también sobre la tumba, porque ¨él fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación¨ (Romanos 4:25). Por tanto, aun nuestra regeneración está ligada a su resurrección porque él ¨nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva (1 Pedro 1:3).
Lo más importante es que nuestra resurrección final se apoya en su resurrección porque ¨si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes¨(Romanos 8:11) Si Cristo no ha resucitado, entonces nosotros no resucitaremos, pero si él ¨ha resucitado¨ (Mateo 28:6), entonces aquellos que durmieron en él no perecieron sino que en su carne han de ver a Dios. (Job 19:26, RVR 1995).
En consecuencia, el hilo de plata de la resurrección corre a través de cada bendición del creyente, desde la regeneración hasta la eterna glorificación final, y las asegura unidas. Por lo tanto, ¿qué podría ser más importante para un creyente que el glorioso hecho de la resurrección de Cristo? ¿ Qué podría traer más regocijo que esta gran verdad establecida más allá de toda duda: ¨Cristo ha sido levantado de entre los muertos¨.
La promesa se ha cumplido,
La obra redentora está hecha,
La justicia con la misericordia, reconciliada;
Porque Dios ha resucitado a su Hijo.
| | | | |