A cuantos de nosotros nos dijeron nuestros padres que tomáramos sopa para crecer? O que solamente cuando seamos grandes, tendríamos derecho a determinadas cosas? Todos crecimos sabiendo que tenemos que crecer, y tomamos ya muchos platos de sopa…
En las Organizaciones, para armar equipos de trabajo realmente poderosos que funcionen como una Banda de Jazz, tendremos que tener en cuenta tres edades distintas que nada tienen que ver con las edades cronológicas: la de niños, jóvenes y adultos. Los niños, desde que nacen son “dependientes”, totalmente “dependientes”. Nada pueden hacer sin la ayuda o el visto bueno de sus padres, maestros. Bien haremos en llamarlos “dependientes”. Los jóvenes (adolescentes), se revelan a la dependencia y los llamamos “independientes”. Los adultos necesitan depender con otros, se interrelacionan, lo llamamos “interdependientes”.
Tres etapas del crecimiento: “dependientes”, “independientes” e “interdependientes”.
Los “dependientes” siempre reclaman, piden, nunca resuelven los conflictos. Frases como “Yo no fui”, “Otro tiene la culpa”. Cuando tienen necesidades, lloran o gritan.
Los “independientes” son audaces, briosos, no temen, están revelados a toda dependencia. “Yo no te necesito” es su frase. Dicen que pueden todo hasta que …
La “interdependencia” es cuando entramos en la adultez. “Nos necesitamos”.
No es lo mismo hablar con un niño, con un adolescente o con un adulto. Son distintas las responsabilidades, distintos roles, distintas actitudes, distintos compromisos. Cuando tengas que armar un equipo, revisa las armonías, cómo harás para armonizarlos, relacionarlos.
A veces ese deseo de liberación indica una dependencia interna (niñez), que permite que la debilidad de otros arruine nuestra vida emocional y nos haga sentir víctimas de gente y acontecimientos fuera de nuestro control. La dependencia es un problema personal de inmadurez y falta de dominio propio, no de las circunstancias. Cambiando las circunstancias, la inmadurez y la dependencia persisten. El que se divorcia por inmadurez, se seguirá divorciando cada vez que se case. Es una pena que el poco conocimiento de los beneficios de la interdependencia haga creer que significa sacrificar su independencia. Todo lo contrario. Muchos abandonan empresas, matrimonios, hijos, a sus padres ancianos y se olvidan de toda responsabilidad social, y todo en nombre de la independencia.
La “independencia” no es la meta suprema de una vida eficaz. Una persona “independiente” que no tiene la madurez de pensar y actuar “interdependientemente”, puede ser individualmente buena productora, pero no será ni buen líder ni buen jugador en equipo. No tendrá mucho éxito en el matrimonio, ni en la familia, ni en ningún proceso de organización humana. Crecer físicamente tampoco asegura un simultáneo crecimiento intelectual, económico, emocional o espiritual.
Las personas maduras no culpan a las circunstancias por lo que le pasa, porque saben que el secreto está en sus propias actitudes y buscan nuevas sabidurías para enfrentar esas crisis. Todos envejecemos, pero no todos maduramos. Envejecer no es crecer, solo es envejecer.
Lo peor que está ocurriendo en las organizaciones, es que se ha paralizado el crecimiento de sus miembros. Si quedan niños, siempre darán trabajo. Si quedan jóvenes, siempre crearán problemas. El llamado es a crecer!
Oración. Jesús, te ruego que nos ayudes a crecer en tu gracia y en poder conocerte más cada día. Amén.
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