Es muy normal que algunos clientes me cuenten los tremendos esfuerzos que realizan para dejar una herencia abundante para sus hijos o nietos. Me agrada esa visión, en cierta forma la comparto, pero quiero mencionar los costos que tiene y el final poco feliz.
Aparece normalmente esta frase: “Para que ellos no pasen lo mismo que pasé yo o que los abuelos” . Y no es malo trabajar, prosperar y dejar a nuestros herederos en una situación económica más cómoda. “Para eso trabajamos” es la otra frase. Somos muchos los que nos identificamos con este pensamiento.
El pensar que vivir es únicamente para acumular bienes nos lleva a una muy delgada línea que nos separa de la avaricia y aunque no lo reconozcamos, esa cercanía existe. Pero debemos preguntarnos: Cuán alto precio pagamos con nuestra salud, nuestras amarguras, nuestras faltas de horarios, nuestras postergaciones detrás de tener abundancia de bienes? Y la otra pregunta: Mis herederos continuarán con mi empresa, o se dividirán los bienes dialogando por medio de sus abogados?
Creo que la sabiduría milenaria que Jesús enseña puede ayudarnos a encontrar un coherente equilibrio. “Entonces les contó esta parábola: "Había un hombre rico, cuyas tierras dieron una gran cosecha.El rico se puso a pensar: '¿Qué haré? No tengo dónde guardar mi cosecha. Y se dijo: 'Ya sé lo que voy a hacer. Derribaré mis graneros y levantaré otros más grandes, para guardar en ellos toda mi cosecha y todo lo que tengo. Luego me diré: Amigo, tienes muchas cosas guardadas para muchos años; descansa, come, bebe, goza de la vida. Pero Dios le dijo: 'Necio, esta misma noche perderás la vida, y lo que tienes guardado, ¿para quién será?' Lc.12:16-20
El problema no es que hoy mismo descanses, comas, bebas, disfrutes de la vida con todos tus seres queridos o con quien quieras todos tus días y que goces abundantemente de la vida. Ese también es el plan de Dios. El problema por el cual Jesús nos llama “necios” son las fabulaciones que nos hacemos de los herederos, que seguramente ellos tendrán sus propias vidas para vivir y no continuarán con las nuestras.
Jesús sigue explicando: “Así le pasa al hombre que amontona riquezas para sí mismo, pero es pobre delante de Dios”. La vida abundante que Dios nos presta es para vivirla ya, disfrutarla, compartirla, la tierra entera está preparada para eso. Sin embargo, si miras las realidades que nos rodeas, verás que amontonar riquezas no es vivir, es solamente amontonar, es tener más y más. Para qué?? El escritor del libro de Eclesiastés lo dice bien claro: “El que ama el dinero, siempre quiere más; el que ama las riquezas, nunca cree tener bastante.”
Oración: Padre, oro por mis nuevos amigos, que viven estresados, enfermos, desesperados, por los que no tienen tiempos libres, para que puedan ser libres hoy y comprender que vos viniste a darnos vida y una vida de abundancia. Gracias, por Jesús. Amén.