Parte 54
Posteriormente fui llevado por mi familia, a solicitud de mi sobrina Araceli, con unos especialistas amigos suyos, para que gratuitamente hicieran un estudio y una evaluación para ubicar el trombo causante de ese desajuste en mi cuerpo, y los pasos a seguir.
El primero de ellos me hizo un ultra sonido en la glándula carótida del lado izquierda de mi cuello, el cual reveló un trombo o arteroma en ella que interrumpió el flujo de sangre al lado derecho del cerebro que ocasionó la muerte de neuronas que controlaban el correcto accionar del movimiento del lado derecho de mi cuerpo; Con este resultado, fuimos con el otro especialista, quién nos sugirió someterme a una operación para extraer ese arteroma para que no provocara otro daño en mi cuerpo, pero que antes de hacerlo, tenía que sacarme otros estudios, uno llamado dopler, y otro llamado resonancia magnética para ubicar exactamente el tamaño y la posición de dicho arteroma, así como una mayor precisión de los daños ocasionados en mi cerebro.
Esta situación se vino a dar en momentos muy difíciles, económicamente hablando en nuestra familia, pero el Señor tomó el control de ella y empezamos a recibir ayuda de mi familia y de personas ajenas a ella, y esto se vio reflejado con la actitud de mi sobrina Araceli que cuenta con título de Patóloga, y de sus compañeros médicos quienes me atendieron gratuitamente.
Posteriormente, una amiga de mi cuñada Maria Luisa, llamada Pilar, se ofreció a solicitar un descuento del 50% en el costo de los estudios que se me iban a realizar en los laboratorios donde ella prestaba sus servicios y que se encontraban en la ciudad de Puebla, por lo que mi hermano Juan y su esposa, se ofrecieron a llevarme junto con mi esposa, mi hijo y mi sobrina Araceli hasta ese lugar en su automóvil, tomándose el tiempo necesario para la realización total de ellos hasta el regreso a casa.
Todo esto que estaba sucediendo de una manera tan sencilla, no dejaba ni una sombra de duda, de que la mano misericordiosa del Señor Jesús se estaba manifestando en nosotros a través de muchas otras personas, lo que nos daba mucha tranquilidad al saber, que todas las cosas que me estaban sucediendo, tendrían a su tiempo, soluciones satisfactorias, soluciones de acuerdo a la Sabiduría de Dios y no de acuerdo a la sabiduría humana.
Al regreso de esa ciudad, mis pensamientos acerca de lo que estaba sucediendo casi los escuchaba claramente, como si esa voz que me llamaba por mi nombre los estuviera guiando hacia el agradecimiento al Señor sin menospreciar a todas las personas que con su ayuda y actitud corroboraban estos pensamientos.
Debo decir que el vivir en carne propia esta situación causa un profundo dolor mental en quién lo padece, que lo orilla a sentirse despojado injustamente de todo lo que le fue quitado en su cuerpo, y ha habido personas que se han sentido tan lastimadas, que se han dejado llevar por el abatimiento y se han abandonado por completo a su desgracia, y no sienten ningún deseo de seguir luchando para recuperar algo de lo perdido.
Pero como dice la Palabra, la misericordia de Dios es para siempre, y para los que creen y confían en el Señor, él no permitirá que les sucedan cosas que no puedan soportar y los fortalecerá en su mente, para que las herencias que les toque recibir, las vean como una bendición para cortar de raíz, en ellos y en su familia, con todas ellas, para que las herencias que les toque dejar a sus familias, sean los Frutos del Espíritu que les dará la paz y el gozo del Señor, y no, la intranquilidad y sufrimiento sin consuelo propios de este mundo.
En el viaje de regreso, sentí la poderosa necesidad de seguir escribiendo esos pensamientos que inundaban mi mente, sabiendo que provenían de mucho más allá de lo que mi limitado razonamiento pudiera comprender, por lo que yo empezaba a tratar de combinarlos con mis propios razonamientos, y aunque algo o alguien me hacía saber que tuviera cuidado con ello, también se me hacía saber, que de alguna manera, esa era la forma escogida para tratar de llegar a la esencia espiritual de todas las cosas tomando como fuente de ese conocimiento el Nuevo Testamento.
Aunque para estas momentos ya no escuchaba mi nombre ni tampoco ese coro de risas infantiles que inundaba mi mente, sentía que todo eso estaba cambiando para que llegaran a mi ciertos pensamientos a cualquier hora del día o de la noche, los cuales, como dije antes, provenían de mucho más allá de dónde yo pudiese imaginar porque eran dirigidos hacia el querer conocer cada vez más acerca de como poderme introducir al mundo espiritual.