Eclesiastés 12:1
“Acuérdate de tu
creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos y lleguen
los años en los cuales digas no tengo de ellos contentamiento.”
Cuando
tenía ocho años mi padre enfermó y en mi provincia no había lugares
especializados para atenderlo. Así fue que viajamos a Buenos Aires y aquí nos
quedamos, crecimos y en mi adolescencia conocí a quien sería con el tiempo mi
esposo. Al año nos comprometimos. Comenzamos a edificar nuestra primera casa
con amor y con gran esfuerzo preparándonos para contraer matrimonio. Lo hicimos y
juntos trabajamos mucho para tener
nuestra casa.
Cuando
ya teníamos nuestros tres hijos se nos presentó la ocasión de viajar a mi
provincia y pude realmente recorrer el lugar donde había nacido. Era imposible
no ver la mano de Dios, creadora de tanta belleza. Me emocionaba apreciar la
grandeza y la Majestad del Señor ante tanta hermosura en esos paisajes.
Cantábamos con nuestros hijos al Señor durante el viaje, expresando la gratitud
de nuestro corazón. En esos días de vacaciones aprendí a valorar mucho más las
cosas que Dios nos permite disfrutar y a no dejar pasar las maravillas de la
creación sin admirarlas.
La grandeza
de su mano era visible en todo lo que nos rodeaba. Tomé tiempo para contemplar
el cielo cada día aunque estuviera cubierto de nubes. Para esperar con ansias
hasta la mañana del otro día disponiéndome a disfrutar que el calor del sol
volviera a abrazarme.
Siento que
en esta época, vivimos tan apurados y ocupados que casi no tenemos tiempo de
mirar el cielo, ni lo que nos rodea. Desearíamos que el tiempo se estirara para
que el día nos alcance. A todos nos pasa. Te invito a hacer un alto en tu
camino y disfrutar de la bendición de lo que Dios te da. Recuerda que cada día
es irrecuperable. El día de hoy pasará, no volverá jamás, piensa en esto y disfrútalo.
Considera este fragmento de las Sagradas Escrituras que leímos al comienzo de
este relato.
Cuídate
de recordar cada maravilla que Dios te permite disfrutar, aprecia cada minuto,
no lo desperdicies. Agradece a Dios por todo lo que has recibido y vivido con
aquellos que amas y te aman. No desperdicies el tiempo en quejas y lamentos que
no te ayudarán en nada y que entristecerán
a quienes te rodean.
Da gracias a Dios por los que están y también por
aquellos que ya no están pero que han marcado tu vida de alguna manera.
Recuerda que has pasado muchos momentos felices
y tristes y has aprendido de ellos. Siempre agradece a Dios. Él te da
motivos suficientes para hacerlo. Principalmente, recibe el maravilloso amor de
Dios y su perdón, porque Él te ama con amor eterno.
Eclesiastés 12:1
“Acuérdate de tu creador en los días de tu
juventud, antes que vengan los días malos y lleguen los años en los cuales
digas no tengo de ellos contentamiento”
Una vez que
te has puesto a cuenta con Dios, tienes la paz de estar en comunión con Él.
Puedes sentir que todo es distinto, estar tranquilo sabiendo que eres su hijo y
estás en sus manos. Pase lo que pase eres guiado y fortalecido por Él.
Permíteme acompañarte en una oración para pedirle esa paz y darle gracias por
lo que quiere hacer en tu vida.
Señor te damos gracias por tu amor tan grande por nosotros manifestado
en Jesucristo, quien murió en la cruz para darnos la posibilidad de llegar al
conocimiento de tu gran amor y tener acceso a la comunión contigo. Gracias por
poner paz en nuestro corazón, y ponernos a cuenta contigo. Perdónanos nuestros
pecados Padre, limpia nuestro corazón de malos pensamientos, de falta de perdón
y de malas intenciones, danos un corazón grato ante tu presencia. Recibimos tu
perdón que nos trae esa paz. Te agradecemos por cada una de las personas que
han pasado por nuestra vida dejando huellas imborrables en nuestro corazón. En
el nombre de Jesús, te agradecemos por amarnos tanto, amén.
Dios llena tu vida de
amor y paz en este día, disfrútalo, minuto a minuto y compártelo con quienes lo
necesitan.
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