Muchas veces se cae en una actitud mística para no ponernos en marcha de forma fehaciente.
Si bien Dios está interesado en que le busquemos siempre, hay momentos en los que uno debe marchar y dejar de clamar.
Muchas veces vemos personas que hacen de todo, oran, ayunan, guerrean espiritualmente, van a la entrevista pastoral, todo esto menos ponerse en marcha.
Si bien aquello es necesario, en un momento hay que marchar hacia la conquista de lo que uno quiere lograr.
Por eso Dios le dice a Moisés: “¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen”.
Es decir, este es tiempo de actuar de forma concreta.
Dos enemigos que impiden que nos pongamos en marcha son el temor y la pereza.
El temor a ser rechazados, a no dar con la medida, a que las cosas no salgan como esperábamos.
En este tiempo hacé una lista de aquellos desafíos que te infunden temor y, decididamente, salí a encararlos siendo prudente pero dejando el miedo que te paraliza.
- Emprender un negocio.
- Emprender una relación sentimental.
- Emprender un desafío espiritual.
Necesitamos enfrentar y vencer la pereza para dejar nuestra zona de comodidad, salir del estancamiento y ponernos en movimiento dejando la pasividad.
En este tiempo hacé una lista de aquellos desafíos que te dan pereza comenzar, y decididamente salí a encararlos venciendo la inercia que se produce al comenzar.
- Comenzar a hacer ejercicio físico.
- Comenzar a estudiar.
- Comenzar a servir a Dios.
- Terminar cosas pendientes.
Yo bendigo tu vida para que puedas vencer el temor y la pereza y para que en este tiempo además de clamar a Dios puedas comenzar a marchar como Él quiere que lo hagas.
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