Infidelidad en tiempos de Internet
¿Qué es la infidelidad? ¿Basta con pensar en otra persona, con desearla? ¿Es peor enamorarse de alguien o acostarse? La traición, ¿comienza en la mentira o en el contacto físico con otra persona?
Jesús dejó bien en claro que en el adulterio no es necesario involucrar los genitales. “Pero ahora yo les aseguro que si un hombre mira a otra mujer con el deseo de tener relaciones sexuales con ella, ya fue infiel en su corazón”, Mateo 5:28 (TLA). Los 'encuentros cercanos' (abrazos, besos y caricias), las conversaciones íntimas, tomar un trago solos y a extrañas horas, las llamadas telefónicas inoportunas o demasiado tiempo compartido en Internet con una persona diferente al cónyuge constituyen una traición. No se ha llegado necesariamente al coito pero existe un lazo emocional que pone en peligro el vínculo marital.
Igualmente constituiría infidelidad el hecho de que alguien esté físicamente con su cónyuge, pero excitándose con el recuerdos de otras personas. El consumo de pornografía alienta este tipo de comportamiento.
Muchas parejas continúan con el matrimonio aunque no sea lo que soñaron o esperaron, mientras se refugian en una vida alterna de fantasías. Ya no se extraña al otro, ya no se suspira por su presencia, ya no se siente su ausencia. La intimidad es rutinaria, espaciada y poco gratificante.
Hoy en día se permanece mucho más tiempo en el trabajo que con el cónyuge. Este medio facilita las amistades especiales; es decir, personas con las que da gusto hablar, trabajar y relacionarse de modo más directo. Comienzan los coqueteos, las insinuaciones y conversaciones íntimas y privadas, las que, finalmente provocarán conexiones emocionales muy fuertes. Como dijo Catherine Deneuve: “Un flirteo es como una pastilla. Nadie puede predecir exactamente sus efectos secundarios”.
Toda persona quiere que su cónyuge sea leal, tanto en acciones como en pensamientos. La infidelidad destruye el matrimonio o hace que la reconstrucción después del adulterio sea un verdadero milagro. El matrimonio es el único ámbito en que Dios bendice las relaciones sexuales. Dentro de los límites del matrimonio la unión sexual debiera ser una verdadera dicha.
¿Cuál será tu respuesta frente al dilema que plantea la fidelidad? ¿Existen conductas que corregir, pecados del pensamiento que confesar o, tal vez, lazos emocionales que cortar? Recuerda que diste tu palabra y estableciste pacto con tu cónyuge. Una decisión tan importante debería significar algo. Un hecho tan trascendental de tu vida, como es tu matrimonio, debería moverte a actuar de modo que hagas lo que prometiste hacer.
Alguien dijo una vez y con mucha razón: “Si mantienes tus votos de fidelidad, éstos mantendrán tu matrimonio”.
SILVIA Y JOSE LUIS CINALLI