“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” (Juan 15:7)
Hay algunas promesas extraordinarias en la Palabra de Dios para los que permanecen “en Cristo”. Cuando permanecemos en Él, estamos viviendo en Él, habitando en un lugar de protección, y podemos descansar –confiando, dependiendo, y descansando en Él y en sus promesas–. Cristo es nuestro lugar de descanso, nuestro refugio, un lugar para ponerse cómodo y esperar que Él haga lo que nunca podríamos hacer. Mientras permanecemos “en Cristo”, nuestra voluntad está unida com la de Él. Sus deseos llegan a ser nuestros; nuestras inquietudes llegan a ser las mismas que las suyas. Llegamos a ser como Él, mientras permanecemos “en Él”. Jesús dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos”(Juan 15.5). Piensa en esa imagen un momento. ¿Cuánto tiempo puede sobrevivir una rama cuando está desconectada de la vid? Los cristianos que han perdido, o parece que no tienen mucha vida o entusiasmo, necesitan pasar más tiempo permaneciendo en la vid. He aprendido que, cuando empiezo a sentirme seca, marchita, con mucha sed, lo que necesito es volver a tener contacto con la vid. La vida de permanencia en Él es una vida de paz, descanso, y fruto. ¡Entra! ¡Y permanece allí! Haz esto: Pide que el Espíritu Santo se involucre en todo lo que haces. Él te ayudará, y está esperando que se lo pidas.
GRACIAS AL MINISTERIO JOYCE MEYER
POR EL APORTE
GRACIA Y PAZ PARA TI
PEDRO PABLO
Gracias a la hermana Silvia Rodriguez por el fondo