Hay un peligro cuando uno es usado por Dios, es fácil que le llegue a «gustar la luz». Hay personas que pueden llegar a impartir cursos dentro de la iglesia; por ejemplo, en el curso de matrimonios, siempre vendrá la tentación de decir: «Yo cambié la vida de esa pareja». ¡No, no, no! Usted no cambió la vida de esa pareja, fue Jesús. Su Palabra es poderosa y nunca vuelve vacía, solo tenemos el honor de enseñar una Palabra viva y eficaz; es Dios el que cambia vidas.
Recuerde esta enseñanza de Hechos 3: cuando Pedro y Juan estaban yendo al templo, un hombre paralítico en la puerta llamada la Hermosa les dijo: «¿Tienen algo para mí?». Es que los cristianos del primer siglo fueron conocidos como generosos, y probablemente el hombre esperaba algo de Pedro y Juan. Ellos le dijeron: «Esta vez plata y oro no tenemos, pero lo que tenemos te daremos, en el nombre de Jesús, ¡levántate!», como dice en Hechos 3.6 (paráfrasis). Pero observe lo que dice el versículo 9: «El pueblo lo vio andando y alabando a Dios y reconoció que era el hombre que se sentaba a la puerta Hermosa mendigando» (paráfrasis). Y veamos la respuesta de Pedro y Juan cuando el pueblo quiso honrarlos por este acto: «Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?» (Hechos 3.12).
Pedro y Juan dicen que quien lo hizo es Jesús, que lo miren a Él. Es que en la iglesia se acostumbra a mirar al hombre, y los hombres son usados por Dios, pero debemos iluminar nuestro candelabro hacia Jesús, hacia la lámpara. La enseñanza del candelabro es esta: no ilumine sobre usted mismo, ilumine sobre Jesús.
¿Recuerda por qué cayó Lucifer? Lucifer fue un ángel poderoso y bello, su voz era un instrumento musical, y cada vez que Lucifer cantaba y alababa a Dios, los ángeles miraban al que estaba sentado en el trono y lo adoraban. El pecado de Lucifer fue este, cuando dijo: «Cada vez que yo ministro, Él recibe la honra; cada vez que yo canto, los ángeles lo alaban a Él». Y dijo también: «Mírenme a mí, no a Él»; en otras palabras, quería la luz sobre él en vez de en Jesús.
La Biblia dice que él quería sentarse en el trono como Dios; es una tentación para los músicos de hoy o los maestros de la Palabra que cuando son usados por Dios les comience a gustar la luz. Recuerde, Dios resiste a los soberbios, Dios tuvo que resistir a Lucifer, hasta tuvo que sacarlo de su presencia (quitar el candelabro de él). Si existe un pecado hoy día dentro de la iglesia puede ser este mismo, la soberbia, cuando uno dice: «Mírame a mí, en vez de mirarlo a Él».
La Biblia menciona, acerca del candelabro, que los sacerdotes prendían la luz desde la noche hasta la mañana. ¿Por qué? Porque en los momentos más oscuros de nuestra vida, es cuando Jesús está iluminando sobre nosotros. A veces el candelabro se apagaba, y por la mañana, el trabajo del sacerdote era levantar el pabilo que se había apagado. El pabilo representa nuestras vidas. Miren lo que dice Isaías 42.3: «El pabilo humeante, Él no apaga» (paráfrasis). A veces en nuestra vida llegamos a estar cansados, donde antes había una llama brillante ahora solo existe un pabilo humeante, los golpes de la vida, el cansancio del trabajo, por muchas razones se puede apagar nuestra llama. Es triste, porque a veces he oído a líderes criticar o condenar a personas diciendo: «¿Por qué no brillas hoy como antes?». «¿Por qué el fuego se te apagó?». Pero mira el amor de Jesús, Él no condena, con ternura levanta el pabilo y lo vuelve a encender con su luz.
La filosofía en muchas iglesias es: «El diablo te da duro durante la semana, ven a la iglesia y te doy doblemente duro». Yo prefiero decir: «Si el diablo te ha golpeado esta semana, ven a la iglesia, te vamos a levantar para que sigas brillando». En vez de condenar, recargamos las baterías para la siguiente semana.
La enseñanza es sencilla: la iglesia es un candelabro. El mundo está más y más en oscuridad; tenemos la oportunidad de hacer brillar la luz de Jesús en un mundo oscuro. El candelabro es la iglesia, y la iglesia que brilla más, brilla lejos; es una iglesia que puede alumbrar a este mundo. Para lograrlo, primero debemos brillar en casa; cuando la iglesia local es fuerte, su luz puede alcanzar a un mundo que está herido en la oscuridad.
Tomado del libro Iglesia Relevante © 2014 Robert Barriger Publicado por Editorial Vida. ISBN: 978-0-8297-6599-1 .Editorial Vida.