Bruselas
¿Puedes ayudarme a entender lo incomprensible?
Mi mente atormentada de dolor
no puede ya elevarse más allá del humo,
ni mi oración se anima a buscarte
sin ignorar la sangre esparcida en las aceras,
los gritos sordos de horror de miles de inocentes.
No nos engañan las palabras vacías de los medios,
detrás de sus mentiras seguimos muriendo.
Más allá, las noticias quieren mostrar triunfos vacíos
con esa morfina inútil y soberbia que ya no nos aquieta,
ni nos distrae, ni nos aleja del terror, ni nos convence.
He visto el final del día demasiado cerca para estar calmo,
mis cinco sentidos estallaron impotentes.
Quiero abrazar y ya no tengo brazos,
Quiero correr y ya no tengo piernas
¡Quiero volver a reír, pero tampoco puedo
porque ese órgano también me fue amputado.
¿quién vendrá hoy a darme explicaciones?
¿quién se acercará a mirarme a los ojos?
Unas voces de muerte se adjudican victorias vacías
Otras voces de muerte prometen… solo prometen.
Te siento demasiado lejos, demasiado…
y la religión no habla, no ve, no oye, no siente.
Te necesito a Ti, no a hombres de negro disfrazados;
saber que estás, sentirte cerca, ¡necesito verte!
solo en ti hallaré palabras de vida y de consuelo.
Nunca imaginé que el pavor creciera cual gigante
construido por la increíble maldad del alma humana.
Nunca imaginé que ese dios del que me hablaban
pudiera ser tan cruel, despiadado, ciego y arrogante.
Una espiral de muerte acelera el presente,
caemos sin ya poder detener la inercia que nos mueve.
Conocer el final no quita de mi alma las heridas
que las garras de maldad tallan desgarrando.
Aquí, a mi lado miles… millones te buscan sin hallarte
porque son prisioneros del engaño.
Hebreos 10:37/8
Dentro de muy poco tiempo el que ha de venir vendrá y no tardará.
Más el justo vivirá por la fé, y si retrocediere no agradará a mi alma.
HÉCTOR SPACCAROTELLA
Río Gallegos
tiempodevocional@hotmail.com
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