INÚTILES SIN EL ESPIRITU SANTO
El mundo está lleno de libros acerca de Dios el Padre quien creó el universo, y se han escrito más libros acerca de Jesús el Hijo de Dios que de cualquier otra persona que haya caminado jamás en este planeta. Pero ¿No resulta interesante que se hayan escrito muchos menos libros acerca de Dios el Espíritu Santo?
Cuando enseñaba sobre la oración, Jesús declaró: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13, énfasis añadido). Uno pensaría que esa promesa crearía un enorme deseo de saber más acerca de este ayudador prometido, quien es y lo que hace. Y sería aún mejor si pudiéramos experimentarlo como una realidad viviente, tal como lo hicieron los primeros creyentes.
El Espíritu Santo es el único agente de Dios en la tierra. Él es la única experiencia que podemos tener con Dios Todopoderoso, la única manera en que podemos aplicar a nuestras vidas la obra de Jesucristo y la única manera en que podemos entender la Palabra de Dios. Sin el Espíritu Santo, somos como los discípulos antes de Pentecostés, sinceros, pero que luchan contra la confusión y la derrota.
Hace más de cien años, Samuel Chadwick, un gran predicador metodista de Inglaterra, dijo: “La religión cristiana es inútil sin el Espíritu Santo”.
La iglesia primitiva ofrece la ilustración perfecta de esa inutilidad. Estaba compuesta de hombres y mujeres sencillos. Los líderes eran ex pescadores y recaudadores de impuestos que huyeron asustados cuando arrestaron a Jesús y cuando más él los necesitaba. No eran valientes ni fieles. De hecho, carecían de fe y de valor. Eran los menos probables de estar a cargo de cualquier empresa cristiana.
Sin embargo, después de los acontecimientos de Hechos 2, cuando el Espíritu Santo fue derramado, aquellos mismos hombres que eran personas insignificantes fueron transformados repentinamente. Con valor y fe, revolucionaron a su comunidad y con el tiempo, al mundo. Eso no era debido a su formación en un seminario, porque no tenían ningún tipo de capacitación. Pero lo único que sí poseían era el poder del Espíritu Santo. Jesús les dijo que dependieran de Él para todo. Los primeros cristianos sabían muy bien que el cristianismo era inútil sin el Espíritu Santo.
JIM CYMBALA