Hay buenas noticias para todo cristiano que haya luchado o trabajado para someter las obras de su carne en su propia fuerza. ¿Esto te incluye? ¿Cuántas veces has tratado de arar hacia la victoria en la vida cristiana? ¿Cuántas promesas le has hecho a Dios, para después romperlas? ¿Cuántas veces has tratado de agradar a Dios al combatir contra tus deseos y hábitos, sólo para fallar una vez más?
Estas son tus buenas noticias, registradas en el libro de Miqueas: "[El Señor] sepultará nuestras iniquidades" (Miqueas 7:19). La Palabra de Dios nos ha dado imagen tras imagen de cómo Él limpia nuestros pecados de la memoria: Él los borra. Él ya no se acuerda de ellos. Los entierra en el mar. Él los somete, lo que significa que los persigue y los captura. Isaías incluso nos dice que Dios toma nuestras transgresiones, y las coloca sobre Su hombro: "Echaste tras tus espaldas todos mis pecados" (Isaías 38:17). Esto significa que Dios nunca mirará nuestros pecados ni los reconocerá de nuevo.
Ahora permíteme preguntarte: Si Dios olvida nuestros pecados, ¿por qué es que siempre permitimos que el diablo desentierre algo del lodo o del fango de nuestro pasado y lo ventile en nuestra cara? Todos nuestros pecados ya están cubiertos por la sangre de Cristo; el poder limpiador y perdonador de la sangre de Jesús lo abarca todo. Cubre nuestra vida entera.
DAVID WILKERSON