No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
Gálatas 6:7
El evangelista D. L. Moody apenas empezaba a predicar un sermón sobre Gálatas 6:7 cuando un hombre en el público se puso de pie y gritó: “Yo no creo eso.”
Moody respondió: “Amigo mío, eso no cambia la verdad. La verdad es verdad sea que usted la crea o no, y una mentira es mentira sea que usted la crea o no.” Cuando la reunión se terminó, un oficial de policía esperaba a la puerta para arrestar al hombre. Fue hallado culpable de robo y lo enviaron a la cárcel por doce meses. Moody observó: “En realidad creo que cuando lo metieron a la celda, él creyó que debía cosechar lo que había sembrado.”[1]
Hábitos imprudentes son cómo sembrar vientos. Una palabra descomedida, una actividad inmoral, una mirada colérica; todo esto dará sus resultados. Por otro lado, una palabra sabia, una actividad espiritual, una sonrisa, una palabra de testimonio, un regalo, un tratado de evangelización, nada de esto volverá vacío.
El principio de la cosecha es verdad en todo aspecto de nuestras vidas; segamos lo que hemos sembrado.
[3] D. L. Moody, Sowing and Reaping (Ada, MI: Fleming Revell, 1896), 9-10.
DAVID JEREMIAH