¿sos canuto?
Marcos 10:29 y 30 Jesús dijo: En verdad os digo: No hay nadie que haya dejado casa, o
hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos o tierras por causa de mí y por
causa del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas,
y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y tierras junto con persecuciones; y
en el siglo venidero, la vida eterna.
Posiblemente a los oyentes o lectores que viven en
poblaciones que no son fronterizas con Chile, les sorprenderá de lo que voy a
hablar aquí.
Vivo en una ciudad muy próxima a ese país vecino de
Argentina, de modo que hay un importante intercambio permanente, tanto en lo
económico como en lo deportivo o lo cultural.
Cuando mi nuevo nacimiento en Cristo era muy reciente,
muchas personas que me conocían después de haber militado 39 años en el
catolicismo romano (donde fui docente 15 años en escuelas secundarias
confesionales y tuve participación activa en diversos ministerios) se
sorprendían de mi nueva inclinación espiritual.
Me quedó muy grabado el comentario que me hizo un amigo
que era chofer del obispo católico de la diócesis, cuando me dijo: “¡no me
digas que te hiciste canuto!
Todavía hoy, que han pasado más de diez años, me causa
gracia esta expresión. Me divertí mucho en ese momento, aunque no entendí en
absoluto lo que me quisieron decir.
Así que me puse a investigar y a preguntar.
Otro conocido que era descendiente de chilenos me dio la
respuesta: “no Héctor, lo que pasa es que en Chile se les dice canutos a los evangélicos”
Bueno (pensé yo) ya entendí el comentario de mi amigo
chofer del obispo… sin embargo, el misterio recién comenzaba a aclararse. Tenía
mucho por aprender.
Comencé a preguntar a otros chilenos. Todos conocían el
apelativo de “canuto” que se le da un poco despectivamente a los evangélicos en
ese país, pero nadie parecía conocer el origen de este nombre.
Finalmente encontré la respuesta. Y esto me llevó a
conocer a un hombre realmente admirable. Alguien que me gustaría haber podido
traer a la radio para entrevistarlo… si no fuera porque vivió entre 1846 y
1896.
Se llamaba Juan
Bautista Canut . Nació en Valencia, España, el 1 de octubre de 1846. Nada
encontré sobre de su infancia; el primer registro interesante es que a los 18
años y movido por un ardiente deseo de conocer más de Dios, como católico ingresó
a la Orden de la Compañía de Jesús (jesuitas) en Balaguer, Lérida. Allí estudió
y se recibió de sacerdote jesuita.
Es probable que fuera de baja condición social ya tendría
conocimientos del oficio de sastre.
A los dos años de formación y emitidos sus votos
religiosos, fue destinado al colegio de Tortosa, a cargo del taller de
sastrería.
En las últimas décadas del siglo XIX España estaba
viviendo una importante convulsión política.
Ese país vivió una serie de guerras civiles llamadas
popularmente “Guerras Carlistas”. Fueron cuatro confrontaciones importantes,
que se dieron entre 1833 y 1876.
El enfrentamiento político involucraba un choque entre
laicos y clericales. Dada su investidura sacerdotal, Canut tuvo que huir de
España y fue destinado a Argentina donde
aprendió Homeopatía; luego pasó a Chile
donde el 30 de abril de 1871 se retiró de la Orden Jesuita. A decir de sus
propias palabras, “no porque hubiera perdido mi fe católica, sino simplemente
porque deseaba estudiar, y allí no tenía posibilidades de hacerlo.
En 1872 se radicó en Los Andes, una comuna vecina a
Valparaíso, donde ya como laico católico se a la compraventa de telas y
contrajo matrimonio con Virginia Robles Aguilar, con quien tuvo tres hijos.
Hasta aquí la vida de este hombre fue bastante
interesante; sin embargo, a partir de 1876 dará un vuelco impresionante.
He tenido la experiencia de participar activamente en la
agrupación de Gedeones Internacionales de Río Gallegos. Allí me enseñaron que a
la tarea que hacen los miembros de esta organización se la llama “El Ministerio
del Silencio”.
Efectivamente, Los Gedeones no predican. Su tarea es la
de regalar Nuevos Testamentos en las escuelas, cárceles, hospitales, fuerzas
armadas, etc.
Se apoyan en las Palabras de Isaías 55, confiando en la
promesa de que la Palabra de Dios entregada nunca volverá vacía.
Solamente durante esos cinco años de mi participación
activa en Gedeones se entregaron más de 20.000 Nuevos Testamentos solamente en
la provincia de Santa Cruz. Imaginate la
poderosa tarea transformadora que esta agrupación puede llevar adelante.
Esto, exactamente esto es lo que pasó con Juan Bautista
Canut. En diciembre de 1876, según narra en su propio diario, encontró un nuevo
testamento en un andén de una estación de Ferrocarril, proveniente de la
Sociedad Bíblica de Valparaíso. Este episodio literalmente transformó su vida.
En sus propias palabras: "fue el "Primer encuentro que tuve con
el Evangelio".
Tres años después, en 1880 tendrá oportunidad de conocer
al predicador Robert McLean del que se hizo amigo.
A partir de estos dos episodios, el encuentro
aparentemente casual de un Nuevo Testamento de la Biblia y la formación de
liderazgo de McLean, Canut se transformará en el primer predicador en lengua
hispana en Chile.
Él diría: "Gracias a la Misión de Mac- Lean he
encontrado esta salvación tan grande a mi alma".
El Periódico Evangélico, editado en inglés "The
Record" escribe de él en diciembre de 1879:
"Hace dos años
atrás, un inteligente español, a la sazón residente en san Felipe, se hizo
ardiente amigo del Evangelio de Jesucristo".
Si vos sentís que te cuesta predicar el evangelio hoy en
día, quisiera que te pusieras por un momento en la piel de Canut, que fue el
primer predicador evangélico en una sociedad chilena absolutamente católica y
muy tradicionalista.
Sin embargo, su prédica valiente y temeraria en un país
católico le llevó a distanciarse de los presbiterianos extranjeros, que temían
ser deportados por infringir las leyes religiosas despóticas que existían en
favor de la Iglesia Estatal que consagraba la Constitución chilena de 1833.
Esto le significó la expulsión de la iglesia
presbiteriana. Canut era demasiado activo para una denominación evangélica que
buscaba una actividad mucho más moderada y que no ofendiera ni incomodara al
clero católico, social y políticamente muy fuerte en ese país.
Se sentía perdido. Nunca hubiera imaginado que lo expulsarían
de una denominación protestante solamente por ser demasiado activo en la defensa
del Evangelio de Jesús.
Tendrá una vacilación. En 1884 pide en la ciudad de Curicó
su "readmisión en la Iglesia Católica". Es aceptado, aunque como
laico.
Sin embargo, su periodo "católico no durará mucho ya
que en 1888 tendrá oportunidad de conocer a William Taylor un pastor de la
Iglesia Metodista norteamericano. Otro gran hombre de Dios que había predicado
previamente la obra metodista en África y en la India.
Allí comenzará su más fructífera obra espiritual. En 1890
Canut será consagrado Obispo de la iglesia metodista.
Su forma de predicar era fogosa y de gran oratoria y
conocimientos, no solamente por lo aprendido entre los metodistas sino por la
poderosa influencia que significó la disciplina Jesuita. Durante este período
de intensa actividad atrajo a las muchedumbres, sin embargo, le significó muchos
enemigos. Se dedicó entonces a predicar de tiempo completo apoyándose en sus
conocimientos de médico doctor en Homeopatía para mantenerse.
Para evitar el rechazo de los sacerdotes de la iglesia católica,
ensanchó el territorio de su predicación a ciudades sureñas y lugares donde la
iglesia católica no tuviera mucha influencia.
Esto tendrá una increíble repercusión en el futuro.
Durante 5 años
predicará el "evangelio" y fundará iglesias en Coquimbo, La Serena,
Concepción, Traguen, Angol, Los Ángeles, Victoria y Temuco. En 1896 se traslada
a Santiago por motivos de salud donde morirá el 9 de noviembre de ese año.
Era un predicador callejero. Un estilo completamente
desconocido por los chilenos, en un contexto de Iglesia Oficial que detentaba
la Iglesia Católica.
Esto le ocasionó persecución y burlas, pero también
muchos adeptos.
Estos recibirán equivocadamente el apelativo de
"canutos" entendido como "seguidor de Canut" lo que, si
bien no debería representar un insulto, sin embargo, dicho término tiene otros
significados en Chile que lo hacen inaceptable.
Los seguidores de Canut, más correctamente
los seguidores de Cristo a través de la tarea peregrina de Canut, se
transformarán en un 20 % de la población chilena.
Es importante que pueda remarcar que este hombre que sólo
perteneció a la Iglesia Evangélica los últimos 5 años de su vida, este hombre
que murió a los 50 años, revolucionó una nación completa. Convirtió a una
quinta parte de ese país, pero absolutamente nadie (católico o evangélico) pudo
desconocer su mensaje.
La persecución religiosa por parte de seguidores de la
religión oficial fue tan intensa que las autoridades civiles se vieron en la
necesidad de poner custodia armada en su casa y en las iglesias donde
predicaba.
Solamente para que podamos tomar
referencia del estado de guerra religiosa en la que se vió envuelto Chile en
aquella época, reproduzco a continuación un artículo firmado por 60 señoras en
un periódico la época (1890). Este
comunicado fue escrito en castellano, inglés, francés, alemán e italiano:
“Las abajo suscritas, llevadas de nuestro
deseo de combatir por los medios que estén a nuestro alcance la inicua propaganda que el sectario Juan Canut
y sus favorecedores que tienen el atrevimiento de hacer en nuestra católica
ciudad, y sabiendo que entre estos últimos se encuentran algunos comerciantes
de esta plaza, nos comprometemos formalmente a no favorecer con nuestras
compras a dichos comerciantes de todas perfectamente conocidos, debiendo acudir
todas a las tiendas de comerciantes católicos o de protestantes honrados que no
hieran nuestros sentimientos religiosos con manifestaciones contrarias a
nuestras creencias”.
Lamentablemente, aquel amigo chofer del obispo local que
despectivamente me dijo “¿te hiciste canuto?” ya no vive en esta tierra.
Pero si pudiera darle una respuesta a esa pregunta, le
contaría la historia de Juan B. Canut. Un hombre admirable, un valiente, un
hombre al que seguiría con pasión y admiración.
Si Omar, me hice
canuto. Sigo a Jesús y admiro a ese hombre que marcó un rumbo que incluso
va más allá de lo religioso. Un buscador incansable de Dios, alguien que fue
capaz de renunciar a todo por seguirlo. Un hombre que pudo en 5 años dar vuelta
una nación y que siguió un sueño hasta la muerte.
2Corintios 12:10 Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y
en angustias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
HECTOR SPACCAROTELLA
tiempodevocional@hotmail.com