VIDA ABUNDANTE
Juan 10:10
“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”
Según las palabras citadas del Evangelio de Juan, hay 2 personas que influencian la vida del ser humano:
1- El Señor: que ofrece vida abundante al hombre y la mujer, y respeta su libre albedrío. Da capacidad y posibilidad de elección.
2- El ladrón: su único deseo es hurtar, matar y destruir.
El ladrón de nuestras almas trata de robar la alegría, la paz y el apego a la vida. Especialmente trata de llevar a las personas a buscar más y más diversión, por rumbos de los que no es sencillo salir. Los desprevenidos terminan dañando su vida a tal punto de no valorarla y arriesgarla por diversión. No se dan cuenta que corren hacia su autodestrucción.
Muchos comienzan como un juego, invitados a probar drogas o sustancias que producen daño físico, intelectual e incluso moral. Ellos lo saben, pero deciden seguir el juego del “ladrón de la paz”, pensando que podrán manejar la situación. “La dejaré cuando yo quiera”, argumentan. Sin embargo aumentan el consumo y a su vez incitan a otros a caer también.
Es curioso, procurando alcanzar mayor libertad o más placer inician un camino sinuoso, cuesta abajo, que les será muy difícil abandonar. Sus vidas cambian de prioridades, y objetivos. Sus planes para el futuro pierden la importancia que antes tenían. Su meta es solo conseguir más, cueste lo que cueste. Su futuro es simplemente el hoy. Están sin darse cuenta en un callejón sin salida.
Algunos atentan contra su propia vida arriesgándola, menospreciando lo que Dios puso en ellos y en su entorno para su bendición. Utilizando su facultad de elegir para tomar decisiones que no son provechosas. Destruyen y se autodestruyen de diferentes maneras, corriendo grandes riesgos. La libertad que creen alcanzar es en realidad esclavitud de aquellos vicios que ya no pueden manejar. Se ocasionan mucho daño, a sí mismos y a todos aquellos que como los aman y hacen lo posible por contenerlos y brindarles bienestar y salud, muchas veces acudiendo a cuánto profesional e instituciones estén a su alcance. No es fácil salir de las artimañas del ladrón de la paz, que solo busca hurtar, matar y destruir.
Hay niños presos de la violencia de mayores, que en lugar de guiarlos y cuidarlos los maltratan provocando en ellos pérdida de valores al llenarlos de resentimiento, ya que la violencia solo engendra más violencia. ¿Nos preguntamos qué ocurre con los jóvenes, cuando hacen cosas como romper el vidrio de un micro, como diversión, sin importarles si lastiman a alguien? Reciben violencia y en consecuencia aprenden a ejercerla sobre otros.
En el terreno en el que han entrado quien más se daña o perjudica a otros es el más valiente, el más vivo, sus mentes están cauterizadas. Algunos pueden pensar: “yo soy fuerte y manejo la situación”. Cuidado, “el que se siente fuerte debe cuidarse de no caer”. No arriesgues tu vida, busca ayuda si la necesitas. Tus padres o pastores pueden ayudarte, comparte lo que te está ocurriendo con ellos.
1Timoteo 6:11 nos aconseja:
“… pero tú, hombre de Dios, huye de todo esto. Lleva una vida de rectitud, de piedad, de fe, de amor, de fortaleza en el sufrimiento y de humildad de corazón…”
La verdadera sabiduría se encuentra en huir a tiempo de todas estas cosas que llevan rápidamente a un triste futuro, donde poco a poco se cae más bajo, se pierde el amor por uno mismo. El Señor nos enseñó que amáramos a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Marcos 12:31 (2º parte).
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Amar al prójimo, al que está al lado nuestro está bien, pero esa fue una parte del mandamiento, la segunda parte del versículo dice que amemos nuestra propia vida. Valorar y cuidar nuestro cuerpo es en otras palabras amarse a uno mismo. Fuimos rescatados de nuestra vana manera de vivir con el propósito de ser restaurados y recibir esa vida abundante que El Señor nos ofreció y que debemos compartir con los demás, viviendo la vida de acuerdo a la voluntad de Dios, disfrutando cada momento con gozo y gratitud.