Existen dos tipos de locuras posibles.
Primera locura posible: creer en la existencia de Dios. ¿Cómo creer en algo o en Alguien a quien no se ve ni se puede tocar?
Segunda locura posible: creer que Dios no existe. Elige la teoría que quieras en cuanto al inicio del universo. ¿Todo a partir de una explosión? ¿No es otro tipo de locura suponer que el más absoluto caos se haya convertido por proceso natural en un universo perfecto y sincronizado (Aún hoy en día con todos los desastres que va produciendo el hombre con su maldad en el cuidado de la naturaleza)?
Elijo el primer tipo de locura: creo en Dios. Y además le sumo otra locura lógica, derivada de esa creencia. Si Dios existe, puedo comunicarme con él. Un modo de hacerlo (no el único) es a través de la oración. ¿Qué es orar? Nada más sencillo que hablar con Dios, sin recetas ni repeticiones. Comunicación fresca, vinculada con la experiencia del día, actualizada. Comunicación viva. Otra herramienta tremendamente poderosa para el tratamiento de los enojos.
¿Qué ha producido la oración en mi experiencia personal?
La oración no siempre produce cambios en las situaciones, pero te cambia a ti.
La oración te saca de un lugar infantil de victimización para confrontarte con la realidad de que eres un adulto y debes asumir tus responsabilidades en los conflictos.
La oración te invita a tener una visión reverente de la Grandeza de Dios y a poner los pies sobre la tierra.
La oración cambia las perspectivas y le da mística y trascendencia a la cotidianeidad.
La oración es el momento donde recibes el Abrazo y la Aceptación que solo Dios te puede dar. Al salir de ese encuentro, eres menos exigente con los demás. La satisfacción de Amor vino de la mano de quien es el Amor mismo.
La oración te vuelve más agradecido.
La oración desata la manifestación de la presencia de Dios y su poder.
La oración es el lugar por excelencia donde tomas conciencia de cuán estúpidos son muchos de tus enojos.
En una carta que el apóstol Pablo escribió desde la cárcel (un lugar que no es, precisamente, fuente de recreación y placer), encuentro lo que denomino la fórmula «ciento por ciento oración, cero preocupación»:
No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús. Y ahora, amados hermanos, una cosa más para terminar. Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza (texto bíblico, Filipenses 4:6-8).
Hablar con Dios sobre tus enojos antes de hablar con aquel con quien estás enojado será de gran ayuda. No te apures. Conversa el asunto con Dios primero. Algo bueno pasará.
GUSTAVO BEDROSSIAN