Dice el teólogo Romano Guardini:
«Cristo está en el hombre y
el hombre en Él: cuando el hombre cree y es bautizado, acontece en él, dice
Pablo, algo particular. El hombre entra en una comunidad de existencia con
Cristo, como si Éste entrara ahora en el
creyente, y en él morara como forma1 que lo domina, como
fuerza que opera en él. Este Cristo exterior (esto es: que llega al hombre desde
afuera; desde la eternidad de Dios) quiere
expresarse en su existencia humana»
«Xto mismo resucitado, en su
estado espiritual, penetra de su virtud a este hombre, tal como es, con su
peculiar carácter y manera de vida; con sus tareas y destinos. En él realiza Xto. Nuevamente su propia
vida divino-humana (…) En él pasa Cristo por la infancia, el crecimiento,
la madurez, la consumación»
«Él nos
aprehende desde dentro, conmoviéndonos en nuestro ser vivo, y nos aprehende
desde arriba, llamándonos desde el reino eterno y levantándonos a él (…). Surge
en el hombre desde el misterioso interior de la profundidad divina para
expresarse en su existencia (la del hombre) y
penetra también desde la eternidad en el tiempo, para sacudirlo y prepararlo
para lo venidero»2.
Según me parece,
esto lo podría decir con mis palabras y mi pobre entendimiento de la siguiente
manera: Desde lo profundo de la vida y el misterio trinitario, el Verbo “se
introduce” en mi persona, moldeándome a su modo, (en tanto yo se lo permito),
con-formando mi interior, esto es: modificando mi modo de ser, de actuar, de
vivir, e impregnando a mi espíritu y mi personalidad del misterio de su propio
Espíritu, sin que yo pierda mi “forma” original “con mi peculiar carácter y manera de vida”. Es decir, sin que deje
de ser el que soy; sin que pierda mi identidad y personalidad.
Corriendo el
riesgo de ser excesivamente simplista, creo que esto podría quizás sintetizarlo
con una expresión que me gusta y tantas veces he dicho y escrito estimulado por
mis veleidades de poeta: que “Cristo, por la Redención que nosotros aceptamos
en la fe y el bautismo, nos hizo crecer alas, y desde el trono que comparte con
el Padre, entra en cada uno para animarnos a volar, y une su fuerza infinita a
la nuestra, pobre y desmayada, para que podamos llegar hasta Él.
--------------------------------------------
1)
La forma es aquello que hace que el
hombre sea “éste y no otro”; creo que es
lo que podríamos llamar “El espíritu de este h., su forma de ser, de pensar y
de obrar”, distinto a todos los demás hombres. (Principio activo que da a algo
o alguien su entidad. R.A.E.)
2) Romano Guardini –La imagen de
Jesús el Xto., en el Nuevo Testamento- (Cristo en nosotros)