1º de Reyes 17:8-9
“Vino luego a él Palabra de Jehová, diciendo: Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente."
Al recibir esta palabra, Elías partió hacia el lugar que le había sido indicado confiando en lo que Dios le había prometido.
Se vivían tiempos difíciles en aquellos días, el arroyo donde Elías estaba se había secado y allí recibió Palabra de Dios diciéndole que vaya a Sarepta, donde una viuda le ayudaría y sustentaría. Al llegar se encuentró con una mujer a punto de cocinar un puñado de harina y dejarse morir junto a su hijo, ya que este era el último alimento que tenían.
Ciertamente el cuadro con el que Elías se encontró parecía contradecir lo que Dios había dicho. ¿Cómo podría esta viuda alimentarlo, si no tenía siquiera con que cocinar algo para su hijo y para ella? Mucho menos podría recibir invitados a comer.
Había algo que no cuadraba… Dios se había equivocado o El había interpretado mal su mensaje. Sin embargo, Elías no cuestionó para nada la situación, sabía que si lo había enviado allí, Dios tenía un propósito, por lo tanto se quedaría en ese lugar aunque todo pareciera un error.
Se había propuesto estar donde su Señor quería, sin cuestionamiento alguno. Él era el siervo, Dios su Señor. Cuando le pidió a la viuda un pedazo de pan para comer, la respuesta recibida fue:
1º de Reyes 17:12
“Y ella respondió: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir.”
Elías le pidió a la mujer que le cocinara y le diera de comer, teniendo la absoluta certeza de que cuando ella lo sustentara ninguno moriría de hambre porque estaban haciendo lo que Dios había indicado.
Elías estaba dispuesto a ser obediente y permanecer sujeto a su voluntad. A pesar de las circunstancias negativas se dispuso a obedecer a su Señor, quien lo había enviado allí. El confiaba en que Dios sabía lo que necesitaba y puso su esperanza en Él con toda su fe, creía firmemente que Dios se iba a glorificar en ese lugar.
1º de Reyes 17: 8-15
“Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, la viuda, y su casa por muchos días.
Todavía no sabía cuál era el propósito de Dios. Pero de todos modos, Elías se mantuvo obediente y firme en ese lugar por muchos días. La comida no escaseó y la harina no menguó. No vamos a detenernos en este caso en el milagro de la harina y del aceite que nunca menguaba.
Elías estaba esperando sin saber qué habría de ocurrir, pero su corazón se mantenía tranquilo y confiado. Los días pasaban y él continuaba en plena dependencia de Dios, aunque nada nuevo aconteciera.
El último puñado de harina que la viuda tenía siguió siendo su alimento porque se multiplicó por muchos dias y nunca faltó, a pesar de que ella continuaba cocinando diariamente para los tres.
Elías el profeta esperó confiado en medio de circunstancias adversas, me pregunto cuánto tiempo hubiéramos resistido nosotros. Dios tiene su tiempo, que es diferente al nuestro y obra de maneras que no llegamos a entender.
Había personas ricas en Sidón y otras viudas que tal vez podrían haberlo sostenido. Pero Dios lo envió a la casa de esa viuda pobre que no tenía ni siquiera para comer.
Era el país de Jezabel, la mayor enemiga de Elías, un pueblo incrédulo. En ese lugar muchos años despúes Pablo llegó a ser el primer profeta de Dios a los gentiles. Elías fue sostenido y ocultado por esta pobre mujer que estaba desolada y pronta a dejarse morir con hijo. Sin embargo Dios la tuvo muy en cuenta para sostener al profeta de Dios y fue capaz de ocultarlo en ese país por un largo tiempo.
Dios cumplirá su propósito en tu vida si estás en absoluta dependencia de Él, si te mantienes en el exacto lugar donde Él te necesita, te permitirá además bendecir a otros en situaciones en las que sólo tú podrías hacerlo.
Al igual que cuando llegaste a la casa de la pobre viuda que estaba pronta a dejarse morir, te envió a su casa para que comprendiera que su vida era útil e importante para Dios.