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General: LA LUCHA DEL MENSAJERO
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Respuesta  Mensaje 1 de 6 en el tema 
De: Néstor Barbarito  (Mensaje original) Enviado: 04/05/2017 13:16


«Quiero que sepan qué dura es la lucha que sostengo por ustedes

(…)para que conozcan el misterio de Dios, que es Cristo»

 (Cf. Col.2,1)

  

Cuando Dios se me reveló y me ofreció el bautismo, no sabía que además de la oferta que me había enamorado: hacerme su hijo, me estaba proponiendo designarme su mensajero. Que yo lo aceptara sin oposición alguna -luego lo entendí-, también era un impulso que tenía su origen en el soplo del Espíritu, quien, sin violar mi libertad, me animaba a aceptar su oferta. Si mi respuesta era “sí”, ante mí se abriría un camino absolutamente luminoso; con una luz que me permitiría sortear -aunque no sin dificultad-, todos los obstáculos que en él me esperaban. Si, en cambio, hubiera optado por rechazarlo, talvez la ruta a seguir hubiera sido menos ardua; más placentera, sin la necesidad tan frecuente de vencerme a mí mismo, lucha esa en la que tantas veces me retiré derrotado.

 

Sin embargo, hacerme su hijo lo sentí como una bendición, sin el aditamento de responsabilidades, excepto intentar vivir según Cristo (¡!). Tiempo después caí en la cuenta de que aquello conllevaba, además, la obligación de ejercer la misión de mensajero de aquella Noticia en la que había creído. Es que por entonces esto lo consideré una obligación; una función que debía desempeñar porque era un ineludible deber inherente a la dignidad de hijo que había recibido.

No fue sino hasta mucho tiempo después, que habría de descubrir esa realidad como parte inseparable de aquella bendición, y comenzaría a gozar de ese carácter de mensajero de la esperanza en Cristo como un verdadero orgullo y privilegio.

 

En efecto, creo que al principio, mi gozo por haber conocido a Jesús, tenía que ver más con la alegría y orgullo de saberme un hijo de Dios, escogido por Él para serlo con destino cierto en su casa y su mesa, que con la gratitud por la gracia recibida, y con los deberes consecuentemente adquiridos. Y ciertamente, ignoraba que ese amor que había comenzado a arder en mi corazón, lo iba a inflamar hasta hacer que aquellos deberes se trocaran en necesidad imperiosa en mi vida.

 

Tuvo el Espíritu que afanarse bastante y durante largo tiempo, para lograr que lo entendiera así, y aún más para que comenzara a vivirlo.

 

Recordaba éste, mi itinerario en la fe, cuando caí en la cuenta de que, además de hacer el  esfuerzo por transmitir la Noticia en un mundo desacralizado y escéptico, necesitaba usar el recurso de intercesión, y que hasta entonces había sido siempre pobre mi oración por los hombres y mujeres a los que debía transmitir aquel Mensaje. Recién comencé a orar más por ellos cuando el Señor me brindó el privilegio de acompañar a los enfermos del Hospital de Rehabilitación. Y no tanto, creo, porque hubiera tomado conciencia de mi responsabilidad para con ellos, sino porque  me hacían partícipe de sus angustias y yo, inevitablemente sufría con ellos. Eso me empujaba a la oración pidiendo el consuelo y la fuerza. Para ellos, sí, pero también para mí.

 

Ahora, leyendo las líneas de Pablo a los Colosenses que cito en el epígrafe, se me ocurre ponerme “del otro lado” e intentar imaginar el goce de Dios cuando el apóstol “lucha” con Él en su oración, para lograr o acrecentar la fe de sus evangelizandos; viendo su pasión por lograr que ellos acepten plenamente a Cristo como su Señor y Salvador; su esfuerzo por hacerlos crecer en la fe y la esperanza; en el amor a Cristo.

 

El apóstol sabe que sólo Dios puede conceder la gracia de la conversión y la perseverancia. Por eso “lucha” con Él para que la conceda a sus hermanos. Y se me ocurre que ha de ser grande el gozo del Señor ante la pasión intercesora desplegada en favor de sus hijos, por aquél que fuera designado Su mensajero. Aunque la idea de forzar a Dios a favor de alguno de sus hijos tan amados, más bien sea una metáfora, ya que es precisamente Él quien más goza regalando su gracia. ”Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan penitencia” (Lc 15,7).

 

Dame, Señor, la gracia de ser, hasta el fin de mis días, tu mensajero incondicional y ardiente. Que si mi cuerpo está gastado, mi alma siga siendo aquella de mis años jóvenes, que quería escapar de su cárcel de carne y huesos para  hacer llegar tu Buena Noticia hasta los confines del mundo.  Amén

 

 

 

  



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Respuesta  Mensaje 2 de 6 en el tema 
De: hectorspaccarotella Enviado: 05/05/2017 12:58
Leyendo a los profetas del Antiguo Testamento, nos encontramos una y otra vez con diálogos entre el mensajero y Dios, en el que la persona se resiste, de una y otra forma dice "no quiero, no puedo, no soy el indicado, ¿porqué a mí?"
Pero Él ve más allá de nuestros ojos. 
Tengo en mi mente permanentemente una cita del libro de Jeremías, en que  en el inicio de su ministerio, le dice al futuro profeta: "ve y habla a un pueblo que no quiere escucharte, que tiene sus oídos engrosados"... Y el hombre estuvo caminando su tierra durante 40 años, sin ver resultados visibles a sus ojos... es más, podría haber muerto interpretando que había fracasado, ante la cautividad en Babilonia. 
Pero los planes de Dios son más altos que los nuestros, y Su mirada ve más allá de nuestros ojos. 
Bienaventurado seas, querido amigo. Estoy seguro que muchos han llegado a Cristo a través de ese mensaje que fue puesto en tu corazón. 
"Has hecho bien" suena en mi espíritu decirte, con la humildad de pretender que lo que digo viene de parte de Dios. 
Soy uno de los que hemos tenido el privilegio de conocerte y descubrir a un hombre de Dios en tus ojos. 
Adelante, siempre adelante, que hay muchos para bendecir. 
Dios te bendiga.


Respuesta  Mensaje 3 de 6 en el tema 
De: Néstor Barbarito Enviado: 06/05/2017 11:48

Ya me ha bendecido, hermano, y me sigue bendiciendo. Entre muchas otras cosas, con tu amistad, y con la gracia de compartir con los demás hermanos de esta página mis vivencias y las suyas. 
Gracias, y un abrazo a todos.


Respuesta  Mensaje 4 de 6 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 08/05/2017 21:21
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Dame, Señor, la gracia de ser, hasta el fin de mis días, tu mensajero incondicional y ardiente. Que si mi cuerpo está gastado, mi alma siga siendo aquella de mis años jóvenes, que quería escapar de su cárcel de carne y huesos para  hacer llegar tu Buena Noticia hasta los confines del mundo.  Amén

Hice mía esta oración hermano, que precioso mensaje!!




Respuesta  Mensaje 5 de 6 en el tema 
De: Néstor Barbarito Enviado: 10/05/2017 10:33
Gracias, querida hermana. Espero que el Señor quiera responder a nuestras plegarias, y su salud se vaya recuperando. 
Le mando un cariñoso saludo, mío y de Luisa.

Respuesta  Mensaje 6 de 6 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 10/05/2017 19:51
Gracias, como siempre mi afecto a su esposa Luisa, ustedes han sido de bendición para mi. Araceli


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