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General: LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Néstor Barbarito  (Mensaje original) Enviado: 28/05/2017 21:03

   Hoy, 28/5, los católicos celebramos la fiesta de la Ascensión de Jesús al Cielo. Les ruego que sepan disculpar mi ignorancia si les digo que no sé si en las demás (u otras) iglesias cristianas coincidimos en la fecha de esta celebración.            Con ese motivo he tratado de compartir parcialmente una reflexión  que me llegó por los medios, y me enriqueció mucho.

LA ASCENSIòN

 UN REGRESO DISTINTO... BAJO DIOS, SUBIÓ HOMBRE


No regresa como vino. Algo cambia; algo fundamental y trascendente. San Ambrosio lo ha definido con sólo cuatro palabras magistrales: Bajó Dios, subió hombre. El que descendió era sólo Dios, el que ascendió era Dios y hombre. Y lo que sube es un hombre entero, en cuerpo y alma.

[…]La carne de un hombre, de un verdadero hombre, entra ahora a formar parte de esa nueva vida y se hace eternidad. Ninguna otra religión se había atrevido a tanto. Cuando se acusa al cristianismo de menosprecio de las realidades temporales, de temor puritano a la carne, es que realmente no se ha entendido nada. Esta carne que ahora asciende a los cielos y se incorpora al Padre es carne sin pecado, pero no por ello menos carne, carne transfigurada, pero carne radical y absolutamente humana. Este es, pues, el día del triunfo de los valores humanos, el día de su gran y definitiva victoria.

 

MAS QUE UNA PARTIDA, UNA NUEVA MANERA DE VENIR... 

Un triunfo, no una pérdida. Ni siquiera pérdida para quienes aquí hemos quedado. En realidad, en la ascensión hay, más que una partida, una desaparición.  Jesús no se va, simplemente deja de ser visible. En la ascensión, Cristo no nos dejo huérfanos, sino que se instaló más definitivamente entre nosotros con otras presencias.

Si la ascensión de Cristo hubiera sido una verdadera y total partida, de la que solo nos quedase un recuerdo, como ocurre con nuestros muertos queridos, esta suena a una fiesta triste, en la que deberíamos apesadumbrarnos.

[…]Por la ascensión Cristo no se fue a otro lugar sino que entró en la plenitud de su Padre ya como Dios y como hombre. Fue exaltado, glorificado en su humanidad. Y, precisamente por eso, se puso más que nunca en relación con cada uno de nosotros. Es, por ello, muy importante entender qué queremos decir cuando afirmamos que Jesús se fue al cielo o que está sentado a la diestra de Dios Padre.


En la Biblia la palabra cielo no denomina propiamente un lugar, es un símbolo para expresar la grandeza de Dios. Cuando el hombre percibe la distancia que hay entre él y Dios, abre los ojos y no encuentra otra forma de expresión que señalar la distancia entre la tierra y el cielo, como el niño que dice a su madre que la quiere «desde aquí hasta el cielo». Así la Biblia habla de que Dios está en los cielos y nosotros en la tierra (Ecl 5,1) o de que los cielos son cielos para Yahvéh y la tierra se la dio a los hijos de los hombres (Sal 115, 16). Y solo está queriendo decir que Dios es grande y pequeño el hombre.

Con la ascensión, Cristo no se «alejó», sino que asumió una vida con la que realmente podía estar más cerca de nosotros, adquirió una eficacia infinita que le permitía estar en todas partes. San Pablo definiría esta realidad con una frase definitiva al decir que subió a los cielos para llenarlo todo con su presencia (Ef 4, 10). lo mismo que al encarnarse, al venir al mundo para salvarnos, no por ello se alejó de su Padre, igualmente ahora al «irse al Padre» sigue estando con nosotros.

 MIRANDO EL CIELO PARA NO TRAICIONAR LA GALILEA...

 Los apóstoles, por muy preparados que pudieran estar para asumir toda sorpresa referida a Cristo, quedaron desbordados por aquel alejarse de Jesús y por la nube que lo cubría. No podían prever este aparato escénico. Y se quedaron boquiabiertos mirando al cielo, sin entender, sin saber si debían estar tristes o alegres.


Miraban tanto al cielo que no se apercibieron siquiera de que junto a ellos habían aparecido dos ángeles, dos «varones» como dice el autor de los Hechos de los apóstoles.

Ellos se dirigen a los apóstoles y les hablan con mucho respeto. No deja de ser curioso el título con el que se dirigen a ellos: Varones galileos... ¿Tratan quizá de recordarles los días de su elección en Galilea? Los discípulos son conducidos de nuevo a reflexionar sobre su misión. La voz angélica les arranca de sus sueños: ¿Qué hacéis ahí mirando al cielo? (Hech 1, 11).   

Es decir: no es hora de quedarse alelados contemplando ese cielo como si Cristo se hubiera ido; es hora de empezar a trabajar, de continuar su obra. El seguirá estando con ustedes y con todos los demás hombres a través de vosotros. Marcos lo dirá con palabras tajantes: Los apóstoles se fueron a trabajar por el mundo. Y el Señor trabajaba con ellos y apoyaba su predicación con los milagros que la acompañaban (Mc 16, 20).

José Luis Martín Descalzo - Vida y Misterio de Jesús de Nazareth ( Adaptación).



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 29/05/2017 19:18


Gracias por compartir este mensaje hermano Néstor, realmente no es hora de quedarse mirando el cielo, sino de trabajar con la certeza de que El Señor trabaja con nosotros y apoya con sus milagros la predicación de su palabra. Muy bueno, gracias y bendiciones! Araceli




 
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