REFLEXIÓN VIERNES 9 DE JUNIO DE 2017.
“SEÑOR, tú cumplirás lo que has prometido hacer para mí. SEÑOR tu fiel amor es para siempre; por eso sé que no abandonarás a quienes tú mismo creaste.” Salmo 138:8.
Es probable que hallas llegado a tener esos días en los cuales nada parece tener valor. Todo en tu vida te parece monótono y rutinario. ¿Quién no ha llegado a experimentar, en algún momento, esa sensación? De igual manera, parece ser que todas las actividades que realizas carecen de sentido y de un propósito claro. Nadie parece dar importancia a tu labor. Esta queja es muy frecuente en las amas de casa que, por la fatiga, en ocasiones, se sienten mal valoradas, en el inmenso y constante esfuerzo que derrochan en sus hogares.
Sin lugar a dudas, todos esos vacíos, que experimentamos y que muchos tratan de llenar con todo tipo de cosas pasajeras que el mundo puede ofrecer, solo son satisfechos cuando nos acercamos al Creador y reconocemos que es su presencia en nuestras vidas, la única que llena esos vacíos de nuestro corazón. Es su presencia la que rompe los temores, las tristezas, las amarguras y dolores que nos sobresaltan y nos roban la paz y que Él anhela que experimentemos todos los seres humanos.
¿Qué vacío hay en tu corazón? Nada podrá llenarlo. Ni las drogas, ni el licor, ni el dinero, ni las fiestas, etc. Solo Él Padre Celestial puede llenar nuestras vidas de esperanza y significado, cuando en forma individual, humilde y voluntaria, nos rendimos ante Él.
Todo aquel que procura conocer y agradar a Dios, siempre encontrará lo que verdaderamente necesita, porque todo lo que necesitamos está abundantemente disponible, en la persona de nuestro Señor Jesucristo. ¿Por qué no te acercas a Cristo y le entregas la dirección de tu vida? Reconócelo como tu SEÑOR y tu SALVADOR. Solo Él te transformará y dará sentido a tu vida. “Dios cumplirá su propósito en mí; Tu misericordia, oh Dios, es para siempre; No desampares la obra de tus manos.” Salmo 138:8.
ORACION
“Soberano Dios y Padre Celestial: ”Cuando te pido ayuda, tú me respondes; le das fortaleza a mi alma y renuevas mis fuerzas. Aunque esté angustiado por los problemas, tú me salvas y me proteges; soy obra de tus manos y nunca me abandonas. En ti puedo descargar mis angustias; sin temor te puedo expresar mis quejas. Cuando estoy perdido tú me muestras el camino; eres mi guía, mi escudo y mi fortaleza. Tú me formaste y me hiciste para la gloria de tu nombre. Que ese propósito para el cual me creaste, se cumpla en mí; porque bueno eres, oh Dios, para con todos y tus misericordias sobre todas tus obras. Cada día te bendeciré y alabaré tu nombre eternamente y para siempre en el poderoso nombre de Jesucristo mi Señor y mi Salvador, el que vive y reina por los siglos de los siglos.” Amén y Amén.