El hombre se ha atrevido a poner fin a la vida de diversas maneras, ya sea consciente o inconscientemente, lo hace suicidándose, transformándose en un ser mezquino y autodestructivo que no aprecia el verdadero valor de su vida ni de la de sus semejantes.
Para ello elige distintas formas de llevar a cabo sus intenciones. Una de ellas es el abuso de sustancias. A algunas personas no les importa el precio que deben pagar. por unos minutos de placer. Esto los lleva a destruirse lenta y penosamente sin medir consecuencias, por medio de substancias que dañan su vida y lo hacen actuar como no actuarían ni hubieran querido hacerlo, si estuvieran lúcidos.
Al hacerlo no sólo dejan de valorar sus propias vidas, sino que afectan a su familia y amigos que sufren al verlos caer o perder su autoestima, dañarse a sí mismos físicamente y sumirse en un estado del cual será muy difícil volver, poniendo de esta manera en riesgo su propio futuro pudiendo llegar hasta a perder tempranamente su vida a causa de una sobredosis afectando su entorno y en cierta forma a la sociedad.
También se deja de respetar la vida cuando luego de beber mucho se sale con mucha imprudencia a conducir un automóvil transformando ese vehículo en un arma poderosa que roba y destruye otras vidas y otras familias.
Es bueno poder tomar conciencia de estos hechos y como padres y abuelos no ser tan permisivos sabiendo que formamos parte de esta sociedad herida y amenazada por tantos casos que vemos a diario. Debemos reconocer que todos tenemos también algo de culpa cuando no nos hacemos cargo no hacernos cargo de la responsabilidad de cuidar a nuestros hijos ni ponerles límites a tiempo. Ellos tal vez no entiendan el porqué y no comprendan a los adultos que tratan de educarlos.
No siempre son bien recibidos nuestros consejos o llamados de atención. Pero al crecer lo comprenderán y hasta nos lo agradecerán.
Dios nos guíe y nos dé sabiduría para colaborar en lo que dependa de nosotros a impedir tanta destrucción y atentado a la vida entre niños y jóvenes. Ellos merecen poder labrarse un futuro, tener la posibilidad de vivir dignamente y comprender el valor incalculable de la vida, que es un regalo de Dios.