Una profunda desesperación y angustia pueden llegar a Jesús por parte de aquellos que más le importan.
María y Marta habían perdido su confianza en Él después de que su hermano, Lázaro, cayó enfermo y murió (ver Juan 11:20-21). La casa de Jairo había perdido también su confianza. Todos ellos acusaron a Jesús de haber llegado demasiado tarde y de ser indiferente (ver Marcos 5:35).
Sin embargo, todo lo que se requirió fue una palabra de Él: “¡Levántate!” Y todo cambió en un instante. Eso es todo lo que siempre necesita el Señor. Él habla una palabra y de pronto todo se transforma. Satanás debe soltar sus garras, la muerte huye, la vida brota y las promesas del cielo estallan por todos lados.
Amado, no importa lo que estés pasando, todo lo que el Señor tiene que hacer es hablar una sola palabra y los demonios serán dispersados. La Creación tiembla. Repentinamente, la respuesta que has buscado está sobre ti. Por lo tanto, te preguntas por qué el Señor no te ha contestado todavía. ¿Por qué continúa tu sufrimiento? ¿Por qué parece no haber esperanza alguna para algunas de las personas más santas de Dios?
Todo lo que sé es que en tales crisis, el pueblo de Dios crece en confianza o retrocede y abandona su confianza. “Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma” (Hebreos 10:38-39).
El Señor está decidido a despojarnos de toda confianza en la carne, dejándonos con una confianza total en Él.
DAVID WILKERSON