“Vino luego a él Palabra de Jehová, diciendo: Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente."
Al recibir esta palabra, Elías partió hacia el lugar que le había sido indicado confiando en lo que Dios le había prometido.
Se vivían tiempos difíciles en aquellos días, el arroyo donde Elías estaba se había secado y allí recibió Palabra de Dios diciéndole que vaya a Sarepta, donde una viuda le ayudaría y sustentaría. Al llegar se encontró con una mujer a punto de cocinar un puñado de harina y dejarse morir junto a su hijo, ya que este era el último alimento que tenían.
Ciertamente el cuadro con el que Elías se encontró parecía contradecir lo que Dios había dicho. ¿Cómo podría esta viuda alimentarlo, si no tenía siquiera con que cocinar algo para su hijo y para ella? Mucho menos podría recibir invitados a comer.
Había algo que no cuadraba… Dios se había equivocado o El había interpretado mal su mensaje.
Sin embargo, Elías no cuestionó para nada la situación, sabía que si lo había enviado allí, Dios tenía un propósito, por lo tanto se quedaría en ese lugar aunque todo pareciera un error.
Se había propuesto estar donde su Señor quería, sin cuestionamiento alguno. Él era el siervo, Dios su Señor. Cuando le pidió a la viuda un pedazo de pan para comer, la respuesta recibida fue:
1º de Reyes 17:12
“Y ella respondió: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir.”
Elías le pidió a la mujer que le cocinara y le diera de comer, teniendo la absoluta certeza de que cuando ella lo sustentara ninguno moriría de hambre porque estaban haciendo lo que Dios había indicado.
Elías estaba dispuesto a ser obediente y permanecer sujeto a su voluntad. A pesar de las circunstancias negativas se dispuso a obedecer a su Señor, quien lo había enviado allí. El confiaba en que Dios sabía lo que necesitaba y puso su esperanza en Él con toda su fe, creía firmemente que Dios se iba a glorificar en ese lugar.