La frase “abominación desoladora” se refiere a Mateo 24:15 (y a Marcos 13:14, como pasaje paralelo): “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda).”
Esta Escritura tiene referencia a Daniel 9:27, “Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.”
En el 167 a.C. un gobernador griego llamado Antíoco Epífanes erigió un altar a Júpiter sobre el altar de las ofrendas quemadas en el templo judío en Jerusalén. También sacrificó una puerca (animal inmundo para Dios) sobre el altar en el Templo en Jerusalén. Este evento es conocido como “la abominación desoladora.”
Antíoco Epífanes proscribió toda forma de adoración judía; y otras prácticas, incluyendo la circuncisión, que fueron prohibidas bajo pena de muerte. Ordenó que se ofrecieran sacrificios a varias deidades paganas.
En Mateo 24:15, Jesús estaba hablando unos 200 años después de que la abominación desoladora antes descrita, ya había tenido lugar. Así que, Jesús debe haber estado profetizando que en algún tiempo futuro, otra abominación desoladora ocurriría en el templo judío en Jerusalén.
Se cumplirían los dichos de Jesús ante los ojos de quienes lo escuchaban, 10 años después de que Jesús pronunciara estas palabras, cuando el emperador romano Calígula se declaró divino y trató de erigir su imagen en el templo de Jerusalén (año 39 DC). Estos dichos estaban disponibles para Pablo una década más tarde, cuando escribió 2 Tesalonicenses 2: 1-12) y para Marcos cuando escribió su Evangelio. La abominación que finalmente traería consigo la desolación, se cumplió en el año 66-70 D de C. En ese momento los zelotes derramaron la sangre de los sacerdotes en el templo. También cuando para el 70 D de C, el imperio romano destruye el templo y son levantadas banderas romanas sobre los restos destruidos.
La mayoría de los intérpretes de la profecía bíblica, creen también que Jesús estaba refiriéndose al anticristo, quien hará algo muy similar a lo que hizo Antíoco Epífanes. Esto es confirmado por el hecho de que algo de lo que Daniel profetizó en Daniel 9:27 no ocurrió en el 167 a.C. con Antíoco Epífanes. Él no confirmó un pacto con Israel por siete años. Es el anticristo quien al final de los tiempos establecerá un pacto con Israel por siete años y entonces lo romperá al hacer algo similar a la abominación desoladora en el templo judío en Jerusalén.
La raíz hebrea para abominación es "shagats", la cual significa “estar sucio”, “detestar”, “aborrecer” (“Abominación desoladora”, International Standard Bible Encyclopedia). Se usa principalmente para describir prácticas de adoración idolátricas, especialmente las más ofensivas en cuanto a un sentido de decencia y moralidad. La palabra equivalente del Nuevo Testamento significa “detestable”. Albert Barnes agrega que la frase la abominación desoladora “es una expresión hebrea que significa un destructor abominable u odioso” (notas sobre Mateo 24:15).
Cualquiera que sea la futura abominación desoladora, no dejará duda alguna en nadie, de que quien la lleve a cabo es la persona conocida como el anticristo. Apocalipsis 13:14 lo describe haciendo alguna clase de imagen ante la cual todos son forzados a inclinarse y adorarla. El convertir el Templo del Dios Viviente en un lugar de adoración para él mismo, es tan abominable a los ojos de Dios como es posible. Aquellos que vivan y permanezcan durante la Tribulación deberán tener cuidado y reconocer que este evento es el principio de 3 ½ años del peor período de Tribulación, y de que el regreso del Señor Jesucristo es inminente. “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21:26).
fuentes:
https://www.gotquestions.org
International Standard Bible Encyclopedia
http://vidaesperanzayverdad.org
Comentario del contexto cultural de la Biblia, de Craig S. Keener
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