LUCAS CAP. 9
Lucas cap. 9: v 1 al v 11
Habiendo reunido a los Doce, Jesús les dio
autoridad sobre todos los demonios y poder para sanar las enfermedades. Y los envió
a anunciar el Reino de Dios y a hacer curaciones. Les dijo: No lleven nada para
el camino: ni bastón, ni bolsa, ni pan, ni plata, y tengan un solo vestido.
Cuando los reciban en una casa, quédense ahí hasta que dejen ese lugar, y si en
alguna parte no los reciben, salgan de esa ciudad y sacudan el polvo de los
pies, como para acusarlos.
Partieron los Doce a recorrer los pueblos,
predicando la Buena Nueva
y haciendo curaciones por todas partes por donde pasaban.
Supo el rey Herodes todo lo que estaba pasando, y
no sabía que pensar, porque algunos decían: Es Juan que ha resucitado de entre
los muertos; y otros decían: Es alguno de los antiguos profetas que ha
resucitado. Pero Herodes pensó: A Juan yo le hice cortar la cabeza. ¿Quién es
entonces éste del cual me cuentan cosas tan raras? Y tenía ganas de verlo.
A su vuelta, los apóstoles contaron a Jesús todo
lo que habían hecho. El los llevó consigo, en dirección a una ciudad llamada
Betsaida, para estar a solas con ellos. Pero la gente se dio cuenta y lo
siguieron. Jesús los acogió y se puso a hablarles del Reino de Dios, y devolvió
la salud a los que necesitaban curación.
ENSAYO:
Después de que, como sus discípulos, obedecimos la orden de pasar al otro
lado del lago, es decir, de nuestra condición tradicionalmente religiosa y
materialista a nuestra condición espiritual, deberemos saber que al regresar a
nuestra condición tradicional, a pesar de haber conocido ese nuevo mundo al
cual perteneceremos a su debido tiempo, no deberemos pretender abandonar este
mundo, porque tenemos que vivir en él hasta que se cumplan los últimos tiempos.
Siempre que sintamos que hemos sido enviados a anunciar el Reino de
Dios en cualquier momento o en cualquier lugar, deberemos pasar a nuestra
condición espiritual para separarla convenientemente de nuestra condición
tradicionalmente religiosa y materialista para darle a cada una el lugar que le
corresponde en la encomienda a la que somos enviados y así, tener autoridad
sobre los demonios y poder para sanar enfermedades y hacer curaciones
compartiendo el alimento espiritual de la enseñanza de Jesús, el cual nos
sostendrá en todo tiempo y en todo lugar sin esperar ser adulados por nadie, ya
que nos hemos puesto el ropaje espiritual, el cual no deberemos cambiarlo en
ningún momento por el ropaje de las tradiciones humanas, por lo que, cuando
alguien se disponga a recibir el Pan de Vida y el Vino Nuevo de la gracia de
Dios contenido abundantemente en Jesús y su enseñanza, deberemos compartirlo
con la fidelidad requerida por él para satisfacer convenientemente su hambre
espiritual.
Si alguno no quiere recibir este alimento, salgamos de ese lugar
sacudiendo de nuestra mente, palabras que hayan querido contaminarla.
Muchos se preguntarán que de dónde habremos sacado todo eso que nos
acompaña, si ellos, consciente o inconscientemente le han cortado la cabeza a
lo anunciado por Juan para que siga reinando en este mundo todas las
tradiciones religiosas y materialistas que los ha colocado en ese lugar de
poder en el que actualmente se encuentran.
Por eso mismo encontraremos muchos obstáculos que dificultarán la encomienda
a la que somos enviados, pero no debemos preocuparnos, porque Jesús nos dará la
fortaleza necesaria para resistir todo aquello que venga, para que cuando
regresemos a contarle en la oración lo que hicimos, seamos conducidos a ese
lugar en donde limpiará nuevamente nuestros ojos espirituales para continuar
con la encomienda asignada.
Lucas cap. 9: v 12 al v 17
El día comenzaba a declinar. Los Doce se acercaron
para decirle: Despide a la gente. Que vayan a las aldeas y pueblecillos de los
alrededores en busca de alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar
muy solitario. Jesús les contestó: Denles ustedes mismos de comer. Ellos
dijeron: No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a menos que fuéramos
nosotros mismos a comprar alimentos para este gentío. Porque había unos cinco
mil hombres. Pero Jesús dijo a sus discípulos: Háganlos sentarse en grupos de
cincuenta.
Así hicieron los discípulos y todos se sentaron. Jesús
entonces tomó los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo,
dijo la bendición, los partió y se los entregó a sus discípulos para que los
distribuyeran a la gente. Todos comieron cuanto quisieron y se recogieron doce
canastos de sobras.
ENSAYO:
Esa gente que quiere seguir a Jesús soportando muchas situaciones adversas
en sus personas, son las que van siendo fortalecidas para que en ellas aflore
la valentía de cambiar a su condición espiritual a través del estudio, reflexión
y meditación de los mandatos y enseñanza de Jesús como la inconfundible
voluntad de Dios para guardarla y enseñarla a cumplir con fidelidad; así que la
explicación espiritual del hecho natural aquí narrado puede ser la siguiente:
Como podemos apreciar, el sentido del tiempo y lugar en las necesidades de
hombre no deben de anteponerse a la necesidad espiritual de toda persona que
tiene hambre de conocimiento de Dios y que quiere ser saciada convenientemente,
y ese alimento, que es la
Palabra de Dios a través de la enseñanza que Jesús nos
comparte, se nos ha encargado distribuirla después de bendecirla en el Nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, colocando a las personas en posición
cómoda y apropiada para recibirla a fin de que sean alimentados sin demora,
cuidando de que ese alimento no sea desperdiciado y siempre haya alimento suficiente
para ser servido a todo aquel que quiera ser alimentado.
Lucas cap. 9: v 18 al v 21
Un día Jesús se había ido a un lugar apartado a
orar, y estaban sus discípulos con él. Les hizo esta pregunta: La gente, ¿quién
dice que soy yo? Ellos contestaron: Unos dicen que eres Juan Bautista; otros, Elías,
y otros, que eres alguno de los profetas antiguos que ha resucitado. Entonces
les preguntó: ¿Y ustedes, quién dicen que soy yo?
Y Pedro respondió: Tú eres el Cristo de Dios. Jesús
les prohibió estrictamente que se lo dijeran a nadie.
ENSAYO:
¿Quién dice la gente que es Jesús? Algunos dicen que fue un iluminado,
un gran maestro, un gran profeta y un ser humano excepcional. Y nosotros:
¿Quién decimos que es Jesús? El es el Cristo, el Mesías anunciado, el único medio
para llegar al Padre, él es Nuestro Señor y Salvador Personal y Suficiente, él
es el Hijo de Dios vivo, él es Jesucristo el Unigénito de Dios, él es quien
además de realizar muchos milagros y prodigios en este mundo, también vino con
el propósito de restaurar al hombre en el Reino de Dios al enseñarle cómo separar
su condición espiritual de su condición tradicionalmente religiosa y materialista
a través de su enseñanza para reencontrar el camino a la verdad y a la vida en
comunión con Dios.
Lucas cap. 9: v 22 al v 27
Porque - les decía - el Hijo del Hombre tiene que
sufrir mucho y ser rechazado por las autoridades judías, por los jefes de los
sacerdotes y por los maestros de la
Ley. Le quitarán la vida y al tercer día resucitará.
Después, Jesús dijo a toda la gente: Si alguno
quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y
que me siga. En efecto, el que quiera asegurar su vida la perderá, pero el que
pierde su vida por causa mía, la asegurará. ¿De qué le aprovecha al hombre ganar
el mundo entero, si se pierde o perjudica a sí mismo? Si alguien se avergûenza
de mí y de mis palabras, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando
venga rodeado de su gloria, de la del Padre y de los ángeles santos.
Les digo, y es pura verdad, que algunos de los aquí
presentes, no morirán sin haber visto antes el Reino de Dios.
ENSAYO:
La pregunta hecha anteriormente, es para darnos cuenta, de que, por
nuestras tradiciones religiosas muchos seguimos renuentes en aceptar, la
inconfundible voluntad de Dios a través
de la enseñanza que Jesucristo nos comparte, misma que nos muestra que todas
las cosas, conocimientos y sabiduría de este mundo, deben ser colocadas como
estrado de las cosas, conocimiento y Sabiduría de Dios y que el hombre deje de
acomodar, por conveniencia o ignorancia, la enseñanza de Jesús a su libre
albedrío, pues esto es lo que provoca que se siga manteniendo crucificado a
Jesús, sin que el hombre se atreva a bajarlo de esa cruz para que éste resucite
junto con él a la vida nueva que lo convertiría a su condición espiritual y
pueda disfrutar plenamente de las cosas de este mundo, al que ya no
pertenecería pero que seguiría viviendo en él hasta el fin de los tiempos. Así
que si alguno quiere seguir a Jesús, que se niegue a seguir siendo manipulado
por el Tentador, ese, que va motivando al hombre por medio de las tradiciones
religiosas y el materialismo mundano, el ir deseando placeres, riquezas,
posesiones y posiciones de identidad con los otros hombres para sentirse
realizado.
Todo lo anterior es pasajero, y muchos en el afán de poseerlos o
seguirlos poseyendo, han ido acomodando la enseñanza de Jesús dirigida hacia
esos objetivos, en la misma forma en que han sido enseñados creyendo estar en
el orden y propósito de Dios, sin embargo, deberán saber que este acomodo no
los librará de las angustias, miedos y preocupaciones que alimentan al
Tentador, y no encontrarán por ningún lado soluciones que los consuelen, es
decir: seguirán viviendo y sucumbiendo a las tentaciones en este mundo y
haciéndose acreedores de todo lo negativo que eso atrae, pero sobre todo y a
pesar de los aparentes logros alcanzados, vivirán en la miseria del verdadero
conocimiento espiritual de Dios revelado en la enseñanza que Jesús comparte al
hombre, por eso, neguémonos a todo lo anterior y soportemos con valentía
cualquier prueba a la que Tentador nos someta, sosteniéndonos y alimentándonos
de los mandatos y enseñanza de Jesús como la inconfundible voluntad de Dios que
nos llevará de la mano para alcanzar el Reino de Dios en este mundo, del
verdadero Yo-Soy en nosotros siendo conducidos en el camino a la verdad y a la
vida que en Jesús es.
Proclamémoslo a los cuatro puntos cardinales sin sentirnos avergonzados
de ello, y así, cuando se llegue el momento del juicio final, muchos no
moriremos sin ver a Nuestro Señor Jesucristo viniendo con la gloria que
proviene del Padre y rodeado de sus santos ángeles.
Lucas cap. 9: v 28 al v 36
Ocho días después de estos discursos, Jesús llevó
consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y subió a un cerro a orar. Y mientras
estaba orando, su cara cambió de aspecto y su ropa se puso blanca y fulgurante.
Dos hombres, que eran Moisés y Elías, conversaban con él. Se veían
resplandecientes y le hablaban de su partida, que debía cumplirse en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se sintieron invadidos por el sueño. Pero se despertaron
de repente y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él.
Cuando éstos se alejaron, Pedro dijo a Jesús: Maestro, que bueno que estemos aquí;
levantemos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Pues
no sabía lo que decía.
Estaba todavía hablando cuando se formó una nube
que los cubrió con su sombra. Al quedar envueltos en la nube se atemorizaron,
pero de la nube salió una voz que decía: Este es mi Hijo, mi Elegido; escúchenlo.
Después que llegaron estas palabras, Jesús volvió a estar solo.
Los discípulos guardaron silencio por esos días, y
no contaron nada a nadie de lo que habían visto.
ENSAYO:
Entremos en el discernimiento de este pasaje que nos hará ser testigos
de este suceso sobrenatural porque estamos situados, como Jesús, sobre ese
cerro alto que se ha formado en el hombre a través de sus conocimientos
mundanos y sus tradiciones religiosas, colocando de esta manera nuestra
condición espiritual sobre todo lo anterior, por lo que nos será permitido
conocer y entender, que la visita que Moisés y Elías le hicieron a Jesús, fue
para comunicarle que ellos ya habían cumplido con la encomienda que recibieron
de Dios. Moisés, para instituir en el pueblo de Israel los mandamientos de la Ley de Dios para ser
corregidos en su comportamiento por ignorar las maravillas y prodigios
realizados dentro de él. Elías, al ministerio de anunciar y preparar el camino
del Señor que Juan llevó a cabo recibiendo a Jesús en las aguas del río Jordán
y bautizándolo, para anunciar que el Reino de los Cielos se había acercado al
hombre, y con él, empezaban los nuevos tiempos del Señor en su orden y
propósito.
Por lo consiguiente, para que el hombre pueda alcanzar el Reino de Dios
en este mundo, deberá de guiarse por la enseñanza que Jesús comparte al hombre,
sin mezclarla con enseñanzas que ya pasaron ni con enseñanzas y mandatos de
hombre, no haciendo chozas o altares a nada de ello sino ser obedientes a la inconfundible
voluntad de Dios, creyendo en Jesús, en sus mandatos y su enseñanza para que la
encomienda a la que fue enviado sea cumplida en nosotros, por lo tanto,
deberemos levantar en nuestro ser el Templo del amor, la misericordia y la
justicia de Dios en su Trinidad Santa y Perfecta para que sea edificada la Iglesia de Jesucristo
Nuestro Señor, debiendo ser, todo cristiano, parte fiel de ella enseñando a
cumplir con fidelidad sus mandatos para su boda espiritual con él, por lo
consiguiente, no deberemos dejarnos dominar por los que nos quieren dormir con
enseñanzas de otros tiempos, o enseñanzas y mandatos de hombre que invalidarían
la voluntad de Dios cuando dice en referencia a Jesús: "Este es mi Hijo,
el Elegido. A él han de escuchar."