JUAN CAP. 6
Juan cap. 6: v 1 al v 39
Después, Jesús pasó a la otra orilla del lago de
Galilea, cerca de Tiberíades. Lo acompañaba muchísima gente a causa de las
señales milagrosas que lo veían hacer en los enfermos. Jesús subió al cerro y se
sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, fiesta de los judíos.
Jesús, levantando los ojos, se fijó en la
muchedumbre que venía a él, y dijo a Felipe: ¿Dónde podremos conseguir pan para
que coman? Esto lo decía Jesús para ponerlo a prueba, porque él sabía bien lo
que iba a hacer. Felipe respondió: Doscientas monedas de plata no alcanzarían
para dar a cada uno un pedazo de pan.
Otro discípulo, Andrés, hermano de Simón Pedro,
dijo: Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados.
Pero, ¿qué es esto para tanta gente?
ENSAYO:
Cada vez estamos con la mente más dispuesta para tratar de entender lo
que Jesús nos quiere comunicar en este pasaje. Veamos: El lago simboliza lo que
separa la condición humana tradicionalmente religiosa y materialista, de su
condición espiritual, es decir: la separación que debe de existir forzosamente
entre el conocimiento de humana sabiduría enriquecido con los pensamientos,
emociones y sentimientos de hombre, del conocimiento e infinita Sabiduría de Dios.
Por lo que si queremos conocer en verdad los tiempos, el orden y propósito de
Dios encomendados a Jesús, deberemos atrevernos a seguirlo partiendo de la
ribera de la condición tradicionalmente religiosa y materialista de hombre,
hacia la otra orilla del lago en donde podremos encontrar, cada quien según su
anhelo, la esencia espiritual de nuestra humanidad, y subir, junto a Jesús, al
cerro formado por todo el conocimiento de finita y humana sabiduría para ser
colocado como estrado del conocimiento e infinita Sabiduría de Dios a través
del estudio, reflexión y meditación de su Palabra encomendada a Jesús, ya que
se acerca la fiesta de la
Nueva Pascua a la que todo aquel que quiera asistir ya está
invitado, y si levantamos nuestros ojos espirituales, veremos a una muchedumbre
que tiene hambre espiritual y que ha seguido a Jesús para ser saciados y él nos
mande servirles, y al ver que lo que tenemos en revelación espiritual es
parecido a cinco panes de cebada y dos pescados, diremos a Jesús, como Andrés
le dijo a él al ver lo poco que había para repartir: ¿Qué es esto para tanta
gente?
Juan cap. 6: v 10 al v 15
Jesús les dijo: Hagan que se sienten los hombres.
Pues había mucho pasto en ese lugar. Y se sentaron los hombres en número de
cinco mil.
Entonces Jesús tomó los panes, dio gracias y los repartió
a todos los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, y todos
recibieron cuanto quisieron. Cuando quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos:
Recojan los pedazos que sobran para que no se pierda nada.> Y llenaron doce
canastos con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada.
Al ver esta señal que hizo Jesús, los hombres decían:
Este es ciertamente el Profeta que ha de venir al mundo. Pero Jesús se dio
cuenta de que iban a tomarlo por la fuerza para proclamarlo rey, y, nuevamente,
huyó solo a la montaña.
ENSAYO:
Aunque creamos no tener lo suficiente para pretender alimentar a mucha
gente, no deberemos preocuparnos demasiado, ya que antes de repartir lo que
tenemos, levantemos los ojos al cielo y demos gracias a Dios en el Nombre de
Jesús por lo que ya hemos recibido y empecemos a repartirlo con la entera
confianza de que todo eso se verá aumentado, de tal manera, que alcanzará para
satisfacer abundantemente la necesidad espiritual de todos los que compartimos
este divino alimento de la
Palabra de Dios.
Concentrémonos debidamente y de acuerdo al estudio, reflexión y
meditación de la enseñanza de Jesús que nos va proporcionando la esencia de
ella a través de su discernimiento, para que todo sea contestado de acuerdo a
los pensamientos de Dios y no de acuerdo a las palabras que brotan del
razonamiento y pensamiento de hombre en sus tradiciones y sabiduría humana, y
así saber que se actúa de acuerdo a la autoridad que Dios delega en nosotros a través
de Jesucristo, por lo cual, muchos reconocerán que somos discípulos de Jesús y
seguramente querrán otorgarnos otra clase de autoridad para recibir honor,
gloria y alabanza, lo que nos podría desviar del tiempo, del orden y propósito
de Dios. ¡Cuidado! No deberemos de caer en esa tentación, ya que sin que nos
diéramos cabal cuenta de ello, podría llevarnos a pretender quitarle la honra,
la gloria y alabanza que le pertenece a Dios en su Trinidad Santa y Perfecta.
Por lo que, cuando se presentasen estas manifestaciones tradicionales humanas,
al igual que Jesús, deberemos retirarnos al lugar alto de nuestra condición
humana, para pedirle a Dios en el Nombre de Jesús, nos fortalezca en esa hora
de prueba para poder resistir esos ataques del Tentador, y colocar las cosas de
nuestra condición tradicional y materialista, como estrado de las cosas
espirituales de Dios, reafirmando con certeza y convicción, de que el libre
albedrío que nos pertenece, deberá de ser utilizado como la llave espiritual
que Dios colocó en la mente de todo ser humano para estar conscientemente en el
tiempo, el orden y propósito de Dios para el hombre, y no, en el tiempo, el
orden y propósito del hombre para Dios.
Juan cap. 6: v 16 al v 21
Al atardecer, sus discípulos bajaron a la playa y
subieron a una barca dirigiéndose a Cafarnaún, al otro lado del lago. Habían
visto caer la noche sin que Jesús se hubiera reunido con ellos, y empezaron a
formarse grandes olas debido al fuerte viento que soplaba.
Habían remado como cinco kilómetros, cuando vieron
a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y se llenaron de
espanto. Pero él les dijo: Soy yo, no tengan miedo.
Quisieron subirlo a la barca, pero en seguida la
barca se encontró en la orilla adonde se dirigían.
ENSAYO:
Cuando subamos nuevamente a la barca para regresar de donde partimos en
busca de Jesús y lo hayamos dejado atrás, empezaremos a sentir nuevamente las
grandes olas formadas por el fuerte viento de nuestra condición tradicional y
materialista, y seremos presa fácil de las angustias, miedos y preocupaciones
mundanas, pero no avanzaremos una gran distancia cuando de momento percibiremos
su presencia y sentiremos el consuelo, esperanza y seguridad que viene de Dios
porque veremos a Jesús caminar sobre esas inquietas y embravecidas aguas de
nuestros problemas y diciéndonos que no nos asustemos porque él nos llevará a
salvo a donde estamos siendo conducidos.
Juan cap. 6: v 22 al v 27
Al día siguiente, la gente que se había quedado al
otro lado del lago, se dio cuenta que no había mas que una sola barca y que Jesús
no se había ido con sus discípulos en la barca, sino que éstos se habían ido
solos. Pero algunas lanchas llegaron de Tiberíades hasta cerca del lugar donde
todos habían comido el pan. Como Jesús no aparecía ni tampoco sus discípulos,
la gente subió a las lanchas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al contrario al otro lado, le preguntaron: Maestro,
¿cómo llegaste acá? Jesús les contestó: En realidad, ustedes no me buscan por
los signos que han visto, sino por el pan que comieron hasta saciarse. Afánense,
no por la comida de un día, sino por otra comida que permanece y con la cual
uno tiene vida eterna. El Hijo del Hombre les da esta comida; él es al que el
Padre, Dios, señaló con su propio sello.
ENSAYO:
Algunas veces sentiremos la necesidad de buscar a Jesús porque no
percibimos su presencia en gran manera, y no porque no creamos en los signos
que hemos visto ni tampoco por lo que muchos dicen de él de acuerdo a sus
testimonios de milagros en sus personas o gente conocida por ellos, sino por el
alimento celestial de su Palabra, por eso no nos afanemos por la comida de un
día, sino que procurémonos todos los días el alimento que él nos ofrece a todos
a través del estudio, reflexión y meditación de su enseñanza, puesto que Dios
lo señaló con su propio sello para compartirnos ese alimento celestial, y
ahora, nosotros deberemos de cumplir la encomienda a la que Jesús nos envía
para compartir, con quien así lo quiera, el alimento espiritual de su Palabra.
Juan cap. 6: v 28 al v 36
Los judíos le preguntaron: ¿Qué tenemos que hacer,
y cuales son las obras que Dios nos encomienda? Jesús les dijo: La obra es esta:
creer al enviado de Dios.
Entonces le dijeron: ¿Dónde están tus señales
milagrosas, para que veamos y creamos en ti? ¿Dónde están tus obras? Nuestros
antepasados comieron el maná en el desierto, segùn dice la Escritura: Se les dio a
comer pan del cielo.
Jesús contestó: En realidad, no fue Moisés quien
les dio pan del cielo. Mi Padre es el que les da el verdadero pan del cielo. El
pan que Dios da es el que ha bajado del cielo y que da vida al mundo.
Ellos dijeron: Señor, danos siempre de ese pan.
Jesús les dijo: Yo soy el Pan de Vida. El que
viene a mí nunca tendrá hambre, el que cree en mí nunca tendrá sed. Sin embargo,
como ya lo he dicho, ustedes se niegan a creer, aún después de haber visto.
ENSAYO:
Si creemos en Jesús guardando y enseñando a cumplir sus mandatos,
estaremos haciendo nuestro el mandato de Dios de creer en su Hijo Jesucristo
respetando el tiempo, el orden y propósito al que fue enviado, y si no
guardamos fidelidad a sus mandatos pretendiendo creer en Jesús de acuerdo a
tradiciones religiosas, pensamientos y sabiduría de hombre lo más seguro es que
estemos siguiendo tiempos que ya deberían haber pasado, e inconscientemente tal
vez, no hemos querido entrar de lleno en los tiempos nuevos de la gracia del
perdón de Dios para el hombre, porque todavía no hemos llegado a entender que,
el maná que Dios otorgó a su pueblo a través de Moisés, fue alimento físico y
material para satisfacer el hambre en el estómago, pero el Pan que en Jesús es,
es Pan bajado del Cielo para dar vida nueva al mundo, es Pan celestial para
alimentar el espíritu, y si queremos comer este Pan, deberemos reconocer a
Jesús a través de estudiar, reflexionar y meditar en su enseñanza, pues quien
así lo hace nunca tendrá hambre y nunca tendrá sed.
En estos tiempos se están formando verdaderos discípulos de Jesús para
predicar su enseñanza en su esencia espiritual, y no predicarla con el
razonamiento tradicionalmente religioso y materialista de tiempos que ya
debieron haber pasado, tiempos en los que se animaba a la gente a creer en
Jesús guardando fidelidad a normas, enseñanzas y mandatos de hombre, ocultando
con Palabras de sabiduría humana el verdadero significado de su mandato para
guardar y enseñar a cumplir con fidelidad su enseñanza.