Cuando Dios le dice a la humanidad: “Cree”, él exige algo que va más allá de la razón. La fe es totalmente ilógica y su definición misma tiene que ver con algo irrazonable. Piénsalo: Hebreos dice que la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (ver Hebreos 11:1). Se nos dice, en resumen: “No hay ninguna certeza tangible ni ninguna convicción en absoluto”. Sin embargo, se nos pide que creamos.
El hecho es que todos enfrentamos circunstancias desafiantes en esta vida. Sin embargo, creo que, si podemos entender la naturaleza de la fe, su naturaleza ilógica e irrazonable, encontraremos la ayuda que necesitamos para lograrlo.
Consideremos a Abraham. Dios le dijo: “Levántate, sal y deja tu tierra”. Seguramente Abraham se preguntó: “¿Dónde voy a ir, Señor?” ¡Pero Dios sólo le dijo que vaya!
Esto no era lógico; de hecho, parecía irrazonable. Si un esposo llegaba a casa y le decía a su esposa que se mudaban de inmediato, ella tendría todo tipo de preguntas. ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuando? Y no sería aceptable el hecho de que él no tuviera respuestas.
¡Pero Abraham había oído de Dios! “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba” (Hebreos 11:8). Abraham y su familia empacaron y partieron, sin saber dónde acabarían. Todo lo que él sabía era que tenía una breve palabra de Dios de ir y la seguridad de que no le pasaría nada malo.
La fe exigió que Abraham actuara en base a nada más que una promesa. Él obedeció y la Palabra dice: “Le fue contado por justicia” (Génesis 15:6).
El Señor te dice, así como le dijo a Abraham: “Te doy mi palabra y responderé a tu clamor”. “Este pobre hombre clamó, y le oyó Jehová ... Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos” (Salmos 34: 6,15). Confía en Él hoy. Él te dará exactamente lo que necesitas.
DAVID WILKERSON